Crítica de Mamá no enRedes

La familia y tres más

Unos títulos de crédito basados en la animación y una banda sonora introductoria con eco a lo Henry Mancini anuncian el tono por el que transcurre el último trabajo de la guionista y directora Daniela Fejerman. Una comedia de enredo en la que convive la actualidad de las aplicaciones de citas con una factura formal que nos remite directamente a la comedia clásica, elegante.

La protagonista es Clara (Malena Alterio), una cirujana plástica divorciada que utiliza una conocida aplicación de citas para relacionarse con hombres. El descubrimiento por parte de los hijos de que su madre está conociendo a un joven argentino dinamita la estabilidad familiar, provocando que los jóvenes torpedeen la vida sexual y afectiva de su madre.

Este enfoque no es nuevo en el cine de Fejerman pues ya en su opera prima, A mi madre le gustan las mujeres, hace justo dos décadas, ya se planteaba la disruptiva situación que provocaba en la estructura tradicional familiar la elección de la sexualidad de una madre que confesaba a sus hijas que se había enamorado de una mujer.

En Mamá no enRedes, ocurre algo muy similar. Clara es una mujer independiente con una situación económica acomodada fruto de su trabajo, es una madre separada que convive con sus dos hijos –un chico y una chica– y mantiene una relación amable con su exmarido –casado y con un recién nacido–. Una madre que se reivindica como una mujer madura, libre y que a través de una aplicación de citas –la misma que utilizan sus hijos– conoce a diferentes hombres hasta que irrumpe en su vida un joven argentino.

Foto: Mikel Larrea/DeAPlaneta

La comicidad se deriva del cambio de papeles que provoca que los hijos terminen comportándose como padres, controlando a su madre como si esta fuera incapaz de gestionar sus relaciones. Una generación más joven que a priori parece más moderna y liberal, pero que en el fondo tiene los mismos prejuicios cuando la elección libre de las relaciones amorosas trastoca el núcleo de la estructura familiar tradicional.

Las características del género cómico sirven para poner de manifiesto los cambios que se van introduciendo en la sociedad: el nuevo concepto de familia, el poliamor, la ecología, la asunción de un rol protagónica para la mujer, la reivindicación de la madurez como una etapa más de la vida frente al canon de la juventud o la visibilidad de la vida sexual de una madre.

Clara es una mujer que cercana a la cincuentena asume con naturalidad su nuevo estado y hace uso de su libertad para relacionarse con los hombres de un modo similar como los hombres lo han hecho toda la vida. Un hecho que se visibiliza a través de tres modelos de hombres –el joven, el adulto y el maduro– que abren un mundo de posibilidades a las que Clara se niega a renunciar.

La normalidad con la que Clara asume la situación a la que se enfrenta se completa con el amplio abanico de posibilidades temáticas que proponen los personajes secundarios: el disfrute del sexo de la amiga (Eva Ugarte), la reflexión que deben asumir los propios hijos, la nueva familia del ex marido o la aceptación por parte de los tres amantes de Clara de la realidad de su relación con ella.

Como ocurre en el cine de Fejerman, el guion cuida al personaje femenino protagonista y en este caso aprovecha la presencia de Malena Alterio para encarnar a esa mujer que, tras las dudas del inicio, es capaz de sacar adelante su vida sin renunciar a las nuevas posibilidades que surgen. También es cierto que el tratamiento central del personaje de Clara también termina simplificando el tratamiento de los tres personajes masculinos, perdiendo estos su capacidad de desarrollo en aras de vehicular las necesidades del personaje protagonista femenino, una situación que se acrecienta conforme avanza el filme.

Envuelto todo ello en una fotografía caracterizada por colorido brillante que resalta los tonos pastel y una planificación que favorece la fluidez narrativa buscando contar de la manera más eficaz posible la historia, con una puesta en escena de comedia clásica, con un estilo casi invisible, que lo fía todo a la capacidad de hace reír –o sonreír– al espectador; una elección formal que se completa con pequeñas escenas que exponen los cambios que van transformando la sociedad ironizando sobre los tópicos que rodean las relaciones como el uso de las operaciones estéticas, la escena de cata del vino, el veganismo o el propio uso de las redes sociales.

Mamá no enRedes funciona mejor en su primera parte, cuando se hila todo el enredo y el personaje de Clara tiene que luchar contra los obstáculos de los hijos y coinciden en su vida los tres amantes, que en la segunda parte, cuando desembocamos hacia una conclusión que se caracteriza por cerrar de una manera amable la historia.

Bajo el pretexto de las aplicaciones de citas, en el fondo la película nos habla, poniendo en primer plano un personaje femenino maduro, de todo aquello que gira alrededor de las posibilidades del amor –la duda e incerteza sobre la elección de la persona adecuada, el placer por el placer o la capacidad de enamorarse en cualquier momento y a cualquier edad–. Y algo de agradecer, la película no juzga a los personajes ni lanza discursos morales sobre lo que hay que hacer.

Escribe Luis Tormo

Título: Mamá no enRedes
País y año: España, 2021
Duración: 112 minutos
Dirección: Daniela Fejerman
Guion: Daniela Fejerman
Fotografía: Juan Carlos Gómez
Música: Vanessa Garde
Reparto: Malena Alterio, Eva Ugarte, Antonio Pagudo, Sofía Oria, Óscar Ortuño, Juan Grandinetti, Ben Temple, Antonio Garrido, María Castro
Productora: Tornasol Films, Bowfinger International Pictures, EnBabia Films
Distribuidora: DeAPlaneta

Artículo publicado originamente por Encadenados

Foto: Mikel Larrea/DeAPlaneta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s