Crítica de El juego de las llaves

Jugar, jugar y volver a jugar

En la última década el cine español, a través de la comedia, ha ido exponiendo los diferentes tipos de relaciones amorosas en una especie de manual sociológico sobre los vínculos afectivos y sexuales; títulos como Kiki, el amor se hace, El intercambio, Amor en polvo, Sentimental, Poliamor para principiantes o Donde caben dos reflexionan acerca del formato tradicional basado en un recorrido marcado –vivir juntos, casarse, tener hijos–.

No es una excepción, en los años 90 del pasado siglo las comedias de Manuel Gómez Pereira o Emilio Martínez Lázaro exponían de forma gamberra las posibilidades para romper la rutina de la vida en pareja; y mucho antes, en los 80, la comedia (Trueba, Colomo) hablaba de las relaciones hombre-mujer y los nuevos tiempos con la llegada de la democracia.

Siguiendo la estela de los títulos que hemos nombrado inicialmente, se suma a este listado El juego de las llaves (Vicente Villanueva, 2022), una producción española que adapta al formato del largometraje la exitosa serie de Amazon Prime México.

Partiendo del juego propuesto en el título que tiene como objetivo fomentar el intercambio de parejas poniendo el foco en el disfrute del sexo para salpimentar la rutina de aquellos que se acercan a la ominosa edad de los 40, El juego de las llaves se articula –revestida de modernidad– en la tradicional guerra de sexos, la diferente percepción de hombres y mujeres, la atracción sexual, la rutina de la vida en pareja o la reconsideración de la sexualidad (represiones, salida del armario, etc.).

Los protagonistas de El juego de las llaves. Foto: Warner/Laia Lluch

La presencia de ocho protagonistas, agrupados en cuatro parejas, y un trío de secundarios, permite visualizar de forma somera las problemáticas que acucian a los personajes y las posibilidades que el juego swinger introduce en sus rutinas diarias y que termina provocando el efecto desestabilizador por el que se cuela la vis cómica del filme.

Vicente Villanueva, un autor que se siente cómodo en el terreno de la comedia, y que ya se ha enfrentado con éxito a un reparto coral como pudimos apreciar en Toc, toc y Sevillanas de Brooklyn –una comedia que hubiera merecido una mayor repercusión–, tiene la habilidad de equilibrar esa variedad de personajes con una dirección que elabora un envoltorio de comedia urbana donde interiores y exteriores acompañan esa imagen de modernidad.

La presencia icónica de las localizaciones de la ciudad de Valencia, los interiores de las casas y los apartamentos, la fotografía de tonalidad brillante, le aportan un acabado elegante que pone en valor el trabajo coral del reparto, tanto las caras más conocidas (Miren Ibarguren, Tamas Novas, María Castro, Eva Ugarte) pero también el resto de actores y actrices que salen reforzados de su participación (Ricard Farré, Fernando Guallar, Justina Bustos, Dani Tatay).

Pero ese envoltorio formal elegante no termina de funcionar porque la escritura del filme no consigue que los personajes vayan más allá de los tópicos. El guion de Marta Buchaca, que en 2019 consiguió un brillante trabajo en Litus articulando la historia de un grupo de amigos para el filme dirigido por Dani de la Orden, no logra que el comienzo prometedor tenga continuidad a lo largo del filme.

El reparto de la película durante el preestreno en los Kinepolis de Valencia, Foto: Luis Tormo

Y el problema no radica en la traslación de la serie a la pantalla grande debido a su diferente duración sino que la escritura reitera la situación del juego de las llaves; la primera vez funciona para arrancar la historia pero la repetición de esta situación a conveniencia termina lastrando la historia. El mecanismo de mostrar el cuenco con las llaves para elegir las parejas, el empleo de una canción para dar ritmo –el tema de Mikel Erentxun introducido con calzador– y las consecuencias de sus actos, termina reiterando el mensaje.

Un mensaje que en ocasiones, bajo la aparente modernidad de las situaciones, destila cierto conservadurismo porque no hay una reflexión sobre el modelo de pareja al quedarnos únicamente en el uso del sexo como elemento catalizador, algo que a estas alturas parece ya muy manido.
Un ejemplo lo tenemos en la secuencia final, una brillante elaboración técnica que juega con el espacio escénico, la elaboración del ambiente, que sirve de homenaje al Eyes wide shut de Kubrick pero que vuelve a ser otra vuelta de tuerca en la que se propone una situación supuestamente morbosa para finiquitar un filme en el que la apuesta por el empoderamiento femenino resulta fallida.

El juego de las llaves es un divertimento bien filmado que funciona a golpes de humor en el que todo termina recordando a algo que ya se ha visto y donde no encontramos –quizá porque tampoco se pretendía- una reflexión sobre los nuevos modelos de relación, la fidelidad o la crisis derivada del tránsito de la juventud a la madurez.

Escribe Luis Tormo

Título: El juego de las llaves
País y año: España, 2022
Duración: 107 minutos
Dirección: Vicente Villanueva
Guion: Marta Buchaca
Fotografía: Luis Ángel Pérez
Reparto: Miren Ibarguren, Eva Ugarte, Fernando Guallar, Tamar Novas, Alina Nastase, María Castro, Justina Bustos, Dani Tatay, Richard Farré, Cintia García
Productora: Atresmedia Cine, Nadie es perfecto
Distribuidora: Warner Bros Pictures España

Artículo publicado originalmente en Encadenados

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