«Siento un respeto enorme por las familias y la memoria de estas niñas»
Los cines Kinépolis han acogido el preestreno de 75 días, la recreación cinematográfica del triple crimen de Alcàsser y la posterior investigación efectuada por la policía, justo cuando se cumplen tres décadas del suceso que conmocionó a todo el país. El director Marc Romero, que debuta en la realización con este largometraje, y el actor Javier Albalá han sido los encargados de presentar la película en Paterna, dentro de las actividades del Festival de Cine Antonio Ferrandis, antes de su estreno nacional en salas de cine el 22 de abril.
Proyectada en los festivales de Málaga y Alicante y con un reparto que cuenta con nombres tan reconocidos como los de Ana Fernández, Antonia San Juan, Javier Albalá, Eulalia Ramón o Macarena Gómez, 75 días arranca la fatídica noche del 13 de diciembre de 1992, cuando tres adolescentes de catorce años desaparecieron misteriosamente mientras se dirigían a una discoteca de un pueblo cercano. Setenta y cinco días después, sus cuerpos eran encontrados semienterrados entre la maleza. Las pesquisas policiales condujeron hasta dos sospechosos. Después de rellenar un polémico sumario repleto de investigaciones fallidas y hallar ADN de, al menos, cinco personas distintas, daba comienzo uno de los juicios más esperados de los últimos años.
75 días es la opera prima de Marc Romero, que escribe y dirige este filme, protagonizado por Ana Fernández, Antonia San Juan, Macarena Gómez, Eulalia Ramón, Javier Albalá, Paloma Paso Jardiel, Yohana Cobo, Ion Manresa o Jonás Torres, entre otros; la película es una producción de Francisco Javier García Sáenz y Spainwood MRP, distribuida por Protos Films.
Marc Romero, guionista y director del filme, y Javier Albalá, uno de sus protagonistas, nos hablan sobre el planteamiento de la película y su experiencia trabajando en este proyecto que tras más de cuatro años desde su rodaje aterriza finalmente en las salas de cine de España.
¿Por qué escoges el caso Alcàsser como tema para desarrollar tu primer largometraje?
Marc Romero: Mi hermano era psicólogo forense y criminólogo, estudió en Valencia, vivía aquí y trabajó en la cárcel de Picassent y, aparte de que escribió un tratado de psicopatología criminal muy importante que se estudia en todas las universidades, me inculcó el interés por este caso porque a mí nunca me han interesado los crímenes y nunca he prestado atención más allá de verlos en la televisión.
Él falleció hace cinco años y, aunque yo había empezado a escribir el guion hace diez o doce años por el interés que tenía en el caso, no es hasta que él fallece cuando tuve la necesidad de hacer algo, una especie de homenaje. No soy de poner velas o recordarlo con altares, mi medio es el cine. A él le gustaba este tipo de casos complejos y por eso al final está la dedicatoria en la película.
Y ese fue el motivo principal porque yo hubiera hecho una comedia absurda con los mismos actores y nos hubiéramos reído un montón. Pero opté por el caso más importante de la criminología española para hacerle un homenaje.
¿Y cuál fue tu primera impresión cuando te llegó el proyecto para participar como actor en una película de un caso criminal tan mediático?
Javier Albalá: Me contactó Marc y cuando me habló del caso me resultó muy impresionante porque viví el circo mediático al que todos tuvimos acceso. Y una de las cosas que más me gustó de la propuesta es que Marc no quería entrar en esa parte, quería hablar de la pérdida, del dolor de los padres, cómo vivieron los cinco años que cuenta la película.
Viendo la película se demuestra que el interés que tuvimos en la película tenía sentido porque es una película seria que habla de la parte sombría de la historia, en diferentes niveles como las maldades que se pueden hacer pero también toda la parte que muestra cómo se vive con el dolor y el sufrimiento, siendo todo muy lesivo. No solo fue atroz para las niñas, también lo fue para todas las familias, todo lo que ocurrió alrededor sacaba las partes más oscuras de la gente.
Estamos acostumbrados a que estas cosas suceden en la ficción pero aquí se parte de un hecho real. La ficción es buena porque nos ayuda a imaginar, a entender las cosas, pero este caso, aunque sea duro decirlo, cuenta que también somos así.
Al hilo de lo que dice Javier, no hay sensacionalismo en la película porque, salvo alguna escena, utilizas elipsis y no tenemos ese morbo o sensacionalismo para contar los hechos.
Marc: Claro. No podía hacer un homenaje a una persona que ha fallecido desde un punto de vista tan salvaje y, además, yo como director no soy tan polémico. Siento un respeto enorme por las familias y la memoria de estas niñas. Creo que los hechos ya fueron muy difíciles de sobrellevar, conozco prácticamente a todas las familias, y sé que hoy en día continúa siendo duro. Pero al final hacer una película sobre un hecho histórico es algo a los que nos tenemos que acostumbrar.
Tú que interpretas a un personaje basado en una persona real, que salía en los medios de comunicación y que lo hemos visto en repetidas ocasiones. ¿Cómo afrontas la construcción del personaje?
Javier: Desde el principio Marc nos dejó claro que se iban a llamar de otra manera, no quería que hiciéramos una imitación o una recreación de esos personajes reales. En mi caso, y también lo hablaba con Ana Fernández, nos ayudó a volar respecto a la composición de los personajes.
Yo quise componer un personaje sólido, callado e introspectivo. Una composición que me hiciera imaginar a alguien que estaba derrotado internamente aunque quisiera estar en acción para ver qué había pasado con sus hijas, pero que se reflejara que había una derrota interna; que se viera como en cinco años envejece este hombre. Expresivamente creo que es algo bueno en la película.
El hecho de no tener que fijarnos en las personas reales a mí me resultó liberador porque hay circunstancias concretas, muchos datos, que ya te están marcando cómo moverte. En ese sentido creo que la fidelidad ha estado más en el corazón del personaje y no tanto en la parte externa.
Marc: Y además es más respetuoso así porque no lo haces tan localista. Sabemos que el hecho en sí ocurre en una localidad concreta pero salvaguardas con el caso de los nombres lo que yo siempre he dicho: se llamen por su nombre real o se llamen de otra forma es igual de doloroso y lo mismo si fuera en esta localidad o en otra. La atrocidad está en el hecho en sí mismo y no ocurre solo en España, esto no es una crónica valenciana, contra una localidad; todos estamos expuestos a que ocurra allí donde vivimos porque al final no sabemos ni con quién vivimos. Estamos expuestos a todo y siguen ocurriendo crímenes porque es incontrolable.
Si nos abstraemos del caso concreto tenemos un thriller que se va convirtiendo en un drama.
Marc: Es un thriller porque hay un momento en que él [el personaje que interpreta Javier Aldabá] hace lo que la policía no hace, es un señor que va a buscar a la madre de Antonio Anglés; este hombre se pone el traje de investigador. Es un hecho dramático que te genera suspense, que tiene que ver más con el true crime que con el propio drama.
Evidentemente muestra el drama porque tenemos que ver cómo esas investigaciones destruyen a los verdaderos personajes. Ya es difícil decirle a alguien que a tus hijas les ha pasado esto, pero si encimas las investigaciones están mal desde el principio, este hombre lo que hace como padre es tirarse a la calle a investigar. Es una película de testimonios, por eso hay elipsis, es importante escuchar a los personajes para contextualizar muchas cosas.
La película se desarrolla en el año 1992 que es cuando comienza todo. El año de La Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona, un año de fastos y de imagen de modernidad que contrasta con esa crónica de la España negra.
Javier: Esa es la parte fascinante. Justo ese año España tiene una gran exposición mundial, y al mismo tiempo, tiene ese caso que se convierte en un circo y se ve la luz y la sombra de la sociedad.
¿Qué le pedirías al espectador que va a ver tu película?
Marc: Yo le pediría que fuera con la mente en blanco, que se abstrajera o se olvidara un poco de lo que conoce del caso Alcàsser y se dejara guiar por nosotros, yo sé que es un acto de fe pero al final se trata de que vayan a ver una película policiaca, una peli de suspense y, como tú decías, con un poco de drama.
Tenemos muchos géneros para elegir en esta película. Se mezclan. Y creo que todos habitan bien y son necesarios porque unos se nutren de otros. Y al final el caso Alcàsser tiene muchas aristas, en una película de investigación totalmente verídica. El público lo que no va a encontrar es ni morbo ni sensacionalismo porque a mí no me interesa lo escabroso, no soy de este tipo de directores, yo prefiero retratar una época, hacer una radiografía de lo que éramos en aquel momento como sociedad
¿Qué nos podéis contar de futuros proyectos? Javier recientemente has estado de gira teatral con Ana Belén y has estado en la serie Parot; y Marc ¿tienes algún proyecto en marcha?
Javier: He estado varios años parado y justo se retomó el movimiento con 75 días y luego he tenido la suerte de ir enganchando cosas y ahora estoy trabajando con proyectos de teatro y televisión. Resulta como incomprensible que justo cuando empieza toda la pandemia es cuando a mí me ha venido todo el trabajo de golpe.
Y llevo 11 años con el tema de la formación actoral, la actuación es una formación constante porque tienes que estar continuamente formándote y dar clases me ha nutrido mucho, de hecho en la película hay varios ex alumnos míos y es un gusto encontrarme con ellos.
Marc: Ahora mismo estoy con la producción de Alma, verano 1981, que es una película que trata la pandemia del sida en la España de 1981 con los comienzos de la enfermedad, cuando llegan un montón de pacientes al Hospital Ramón y Cajal de Madrid y nadie sabe lo que está ocurriendo con esa enfermedad que termina con la muerte. Se crea la primera unidad de infecciosos y están abandonados a su suerte porque todo el mundo tiene miedo del contagio y solo un grupo de enfermeras, que son unas heroínas, van a hacer todo lo posible para sacar esta gente adelante.
Escribe Luis Tormo

Artículo publicado originalmente en Encadenados