La comedia romántica sitúa en primer plano el juego de las relaciones sentimentales y amorosas de los personajes para describir las dudas sobre el compromiso, la necesidad de encontrar una certeza con la que afrontar el presente –qué persona es la adecuada para permanecer junta a ella– o las perspectivas que se abren para un futuro –cómo será la vida en solitario o en pareja; es por ello que en muchos casos termina derivando hacia el drama porque finalmente estamos hablando de oportunidades perdidas, sacrificio y en el recorrido argumental, donde no todo es blanco o negro, la delgada línea entre drama y comedia es casi invisible.
Son las comedias en las que hay una introspección sobre la pareja (Woody Allen) y que a partir del 2000 incluso han generado un subgénero propio denominado mumblecore para agrupar aquellas películas que muestran a personajes cuyas edades oscilan entre los 20 y 30 años y que se caracterizan por reflexionar sobre la crisis generacional traducido en las relaciones amorosas y el sentido de la vida futura (Bujalski, Duplass,Baumbach); una corriente que el cine ha desarrollado con sus múltiples variantes pero que comúnmente termina resultando entendible más allá de la época o el país en que se realice.
La peor persona del mundo (Joachim Trier, 2021) nos presenta a Julie (Renate Reinsve), una mujer que sea se acerca a la treintena y que atraviesa un periodo existencial complicado, tanto en lo profesional como en lo personal. Planteada como un recorrido emocional estructurado en un prólogo, doce capítulos y un epílogo, la película comienza con una arrolladora, dubitativa, soñadora y contradictoria Julie que transita por una vida caótica en la que intenta encontrar su propio camino mientras aborda y abandona –huye– diferentes estudios (medicina, psicología) y amantes.
La sensación de angustia y fracaso persigue a Julie pues Noruega es uno de los países que suele encabezar los índices de felicidad, de tal forma que si alguien no encuentra acomodo en ese entorno y no consigue lo que se espera de esa persona –obtención de un trabajo deseado, llevar una vida satisfactoria– es tildada con la expresión “la peor persona del mundo” a la que hace referencia el título del filme. En este sentido las localizaciones en Oslo focalizan la acción adquiriendo un gran protagonismo a la vez que suponen un apremio para un personaje que debe lograr esa felicidad dentro de la sociedad que le rodea.
En la búsqueda de esa estabilidad emocional, Julie compartirá su vida con dos hombres muy diferentes (por edad, por profesión) pero que tienen algo en común: la aman. Sin embargo, este precepto no es suficiente para ella, Julie se siente desconcertada pues necesita encontrarse a ella misma, sentirse libre como persona, como mujer, para afianzar su identidad al margen de los amigos, la familia o los amantes. Así entre arrebatos emocionales de subida y bajada discurre un periodo temporal en el que la protagonista debe enfrentarse a todo un universo de dudas.
La primera parte trascurre bajo el optimismo que marca transitar por los terrenos conocidos de la comedia, incluido el homenaje al cine de Woody Allen con la música de jazz cuando Julie se va a vivir con Aksel. La diferencia generacional, la necesidad de asumir responsabilidades (laborales, personales), la posición de la mujer frente a los micromachismos o la durabilidad de las relaciones amorosas surgen como retos a los que Julie se enfrenta a través de una huida emocional casi permanente.
Pero bajo esa capa de comedia asoma la vida real, las consecuencias derivadas de no escoger el camino que se espera de una persona, la sensación de la oportunidad perdida que va haciendo mella justo en el cambio de la veintena a la treintena, esa edad en que la que se entiende que las personas deben enfocar su trayectoria vital. Nos encontraríamos aquí con una influencia más cercana al cine nórdico con diálogos más largos y reflexivos sobre el sentido de la vida. El reencuentro con un personaje del inicio hace que la parte final se incline en exceso del lado dramático.
El guion de Trier, coescrito con su colaborador habitual Eskil Vogt, a pesar de su localismo, juega con la globalización discursiva incluyendo aquellos elementos que se encuentran en el debate de la sociedad contemporánea: el feminismo, la maternidad, la crisis de la familia tradicional, los nuevos modelos de relación sentimental, la incomunicación en un mundo intercomunicado o los límites del arte.
El resultado es un filme que, dentro de la ligereza con la que cuenta la historia, termina resultando un retrato íntimo sobre el proceso de madurez de una mujer, un personaje femenino que recorre una transformación vital hasta llegar a descubrir melancólicamente en el epílogo del filme que realmente su identidad, su valor, reside en ella misma.
La película es una exaltación de la conducta dubitativa, de la necesidad de cometer errores, de la posibilidad de salirse del guion establecido -esa maravillosa escena en que enciende el interruptor y el mundo se paraliza- sin que necesariamente haya que señalar una culpabilidad en esa actitud.
Imprescindible para sostener el arco evolutivo del personaje de Julie y verdadero motor del filme es la arrolladora interpretación de Renate Reinsve -premiada como Mejor Actriz en el festival de Cannes- capaz de sostener el filme desde principio hasta el final, dando vida a los diálogos, pero también sosteniendo aquellos momentos más íntimos donde su rostro completa el silencio de la escena.
Los títulos de crédito se cierran con la composición de Jobim, Águas de março en la versión en inglés interpretada por Art Garfunkel. Y Jobim escribió el tema A Felicidade que comenzaba diciendo aquello de “La tristeza no tiene fin/la felicidad sí”. Pues algo de eso hay también en La peor persona del mundo.
Escribe Luis Tormo
Título: La peor persona del mundo
Título original: Verdens verste menneske
País y año: Noruega, 2021
Duración: 128 minutos
Dirección: Joachim Trier
Guion: Joachim Trier, Eskil Vogt
Fotografía: Kasper Tuxen
Música: Ola Fløttum
Reparto: Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie, Herbert Nordrum
Productora: Oslo Pictures, Snowglobe Films, arte France Cinéma
Distribuidora: Elastica Films