Entrevista con Almudena Amor

“Siento que estoy haciendo lo que tengo que hacer”

La actriz Almudena Amor ha presentado en la Filmoteca valenciana la película El buen patrón, dentro del ciclo de películas nominadas a mejor película y a mejor dirección novel en la 36ª edición de los Premios Goya. Una ceremonia de entrega de premios que se celebra el 12 de febrero en el Palau de les Arts de València y que ha motivado que la ciudad realice distintas actividades relacionadas con el cine español.

El buen patrón, dirigida por Fernando León de Aranoa, ostenta el record de nominaciones a los premios Goya y entre éstas se encuentra la nominación de Almudena Amor como Mejor Actriz Revelación. Un papel que ha situado a Almudena como una de las actrices con más proyección del cine español.

Junto a El buen patrón se acaba de estrenar La abuela de Paco Plaza que, aunque estrenada en 2022, en realidad fue el primer trabajo para la pantalla grande de esta actriz. La abuela se ha convertido en el estreno más taquillero del fin de semana de su estreno.

Con motivo de su visita a València hemos hablado con Almudena sobre estas dos películas, así como sus motivaciones para llevar adelante su trabajo de actriz y la naturalidad con la que vive toda esta etapa.

¿En qué momento te das cuenta que realmente quieres ser actriz?

Creo que hubo dos momentos. Un primer momento con 14 años que es cuando empecé a hacer teatro y yo ahí ya sabía que quería ser actriz de una forma muy profunda y muy clara. Lo que pasa es que hasta que tomé la decisión de “voy a ser actriz” pasaron años. Yo sabía que quería serlo, pero lo tenía dentro, no era capaz de exteriorizarlo, y hasta los 22 años no lo hice.

A partir de los 22 comencé a estudiar Interpretación. Venía de estudiar Publicidad, estar en prácticas en una agencia durante seis meses, y pensaba: “No. A mí esto no me llena. ¿Y qué es lo que me llena?”. Y yo ya sabía lo que me llenaba pero no me había atrevido a dar este paso y a partir de ahí fue cuando decidí intentarlo. Lo tenía que hacer sabiendo que si no salía no pasaba nada porque me ya me había dado ese espacio para intentarlo.

Y de repente, tras un par de cortometrajes, te llega la oportunidad de abordar un papel protagonista en La abuela, la película dirigida por Paco Plaza, con un trabajo en que apenas tienes réplica de otro personaje y que afrontas casi en solitario debido a las características del otro personaje, una anciana ausente que no puede prácticamente moverse. ¿Cómo vives esa primera experiencia?

De muchísimas maneras. No sabría decir de qué manera porque creo que pasé por tantos estados rodando esa película… Al principio mucho vértigo y mucho ‘síndrome del impostor’ planteándome “Qué hago aquí” o “Cómo voy a hacer esto”; luego ya empiezas a rodar y te das cuenta que sí, que vas hacia delante…

Pero era un rodaje complicado porque el personaje tenía sus matices y era muy físico, que a mí eso me gusta porque había hecho teatro físico, pero claro, los espacios donde entra el personaje y las emociones por las que transita son complejas. Todo fue de forma fascinante, no fue fácil pero tampoco difícil, o digamos, que fue fácil y fue difícil a la vez.

La película está adscrita al género de terror con todo su repertorio de sustos y tensión, pero si vamos más allá de ese recubrimiento de género, estamos ante un drama sobre la vejez, con tu personaje que es el presente pero que se ve reflejado en el futuro con el personaje de la abuela. ¿Cómo compones ese personaje desde el punto de vista dramático?

Me apoyé muchísimo a la hora de crearlo en los abuelos, en concreto en un abuelo mío. Me apoye en ese sentimiento y en mi cuerpo. Yo al final transitaba todo desde lo sensorial, como te he comentado venía del teatro físico, y era como dejarme impregnar por cada situación.

También era dejarme llevar. Paco [Plaza] me lo decía, que no buscase el personaje fuera porque el personaje estaba dentro de mí, que yo era Susana, y que tenía que vivirlo con ella. De alguna forma yo estaba en mi primera película y tampoco sabía cómo era hacer una película; y Susana tenía que cuidar de su abuela y no sabía cómo hacerlo.

Por lo tanto me apoye en mi propia realidad y en lo que me unía al personaje que eran bastantes cosas: yo también había trabajado como modelo en París, entendía todo ese punto de la presión de ella respecto su edad, también ese amor hacia la abuela. Y el terror lo llevaba mucho a través del cuerpo, a través de la tensión.

Y sobre todo me agarre al amor, creo que es una película que habla de una historia de amor. Son la nieta y la abuela, con ese miedo a que tus seres queridos vayan desapareciendo de tu vida. Muchos temas de la película los podía sentir.

Tras el rodaje de La abuela, llega El buen patrón y todo el tirón mediático de la película, tanto en taquilla como su repercusión en las nominaciones de los Goya, etc. Sobre el papel, cuando te pasan el guion de la película ¿se veía la potencia de tu personaje?

Completamente, la primera vez que leí el guión, cuando lo termine dije: “¡Guau!. Pensé: “Me encanta, quiero hacer esta película.” Además, menos un par de escenas que se han eliminado, la película es muy fiel al guion. Podías imaginar lo que iba a ser, aunque luego fue mejor, pero se intuía lo que iba a ser la película.

Una película de Fernando León de Aranoa y trabajar con Javier Bardem…

¡Imagínate. Todavía no me lo creo! Además mi personaje me parecía muy interesante con todo el recorrido que va teniendo, ese misterio… Un personaje muy divertido para interpretar.

En la película la mayoría de personajes, por muy diferentes razones, tienen una falta de ética muy evidente; unos por acción, otros por omisión. ¿Entendiste la polémica que se generó respecto al personaje de la becaria?

Me llegó la polémica pero no estoy del todo de acuerdo ya que, precisamente, lo interesante del personaje es que su comportamiento está a la altura de los hombres y creo que eso es más feminista. La película no intenta ejemplarizar sino justamente poner en relieve comportamientos que ya están rancios, que forman parte del sistema empresarial y que ya no deberían existir. Es una crítica. Entonces si la mujer hubiera tenido un rol más ejemplar yo no le vería sentido. El hecho de que ella sea tan poco ética como los demás es lo que le empodera y le da sentido a la película. Al final estamos criticando comportamientos, existen aunque no nos guste.

Que es un poco lo que transmite la película, que ese comportamiento poco ético está muy extendido en los personajes.

Sí. Lo bueno de ella es que tiene fuerza, que no la están manipulando. Ella es libre de decidir y de equivocarse. Pero también entiendo, que al final, todo tiene múltiples lecturas y cada uno puede ver o entender diferentes cosas.

¿Cómo vives ese vértigo de empezar proyectos y que de pronto tengas dos películas en la sección oficial del festival de San Sebastián o diferentes nominaciones a premios, incluido los Goya?

De forma natural porque mi vida, más allá de todo lo profesional y de la gente que estoy conociendo, tampoco ha cambiado tanto. Mis inseguridades a veces estaban en otro sitio y ahora están aquí. Yo lo vivo como un regalo. A veces da vértigo, claro, empiezas a escuchar cosas que dicen sobre ti, pero una tiene que acostumbrarse y, también, entender esta nueva realidad.
Pero dentro de todo lo raro yo me siento bastante normal y bien. Siento que estoy haciendo lo que tengo que hacer. Igual que cuando estaba en la agencia de becaria sentía que por mucho que hiciera eso, no estaba en mi sitio; en éste, en la etapa de aprendizaje en la que estoy, sí que siento que me es mi sitio y me gusta.

Y ya para terminar, en tu profesión de actriz, más allá de mantenerte y tener una continuidad en tu trabajo, ¿qué te gustaría que transmitiera tu trabajo en un futuro?

Me gusta muchísimo la fragilidad del ser humano, me interesan las películas que hablan de la fragilidad del ser humano que creo que ayudan a que todos nos entendamos mejor. Hay emociones que sería mejor no vivir en la vida pero que creo es necesario conocerlas.

El cine es un buen medio para conocer esas emociones o esas realidades que se alejan más de las tuyas. Me gustaría seguir haciendo cine para ampliar ese espectro, para ahondar en el ser humano, en sus emociones, sus problemas, y no quedarme en lo superficial. Y creo que es un ejercicio de empatía, tanto para mí, como para los espectadores.

Escribe Luis Tormo

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