A la hora de abordar el análisis de Enviado especial (ForeignCorrespondent, 1940) es necesario tener en cuenta dos elementos sustanciales que afectaron a su producción. En primer lugar hay que referirse al contexto histórico en que tuvo lugar el origen del proyecto; en el año 1939 la política expansionista de la Alemania nazi se materializa con la invasión de Polonia y como consecuencia de este hecho la posterior declaración de guerra de Gran Bretaña y Francia contra Alemania. Durante ese periodo el gobierno de los EE.UU. se mantuvo en un frágil equilibrio apostando por la no intervención a pesar de las presiones recibidas por sus aliados que le instaban del riesgo de permanecer al margen del conflicto.
Y en segundo lugar fue básica la situación de Hitchcock en los EE.UU. Con el rodaje de Rebeca, el director inglés había demostrando su capacidad de adaptación a las estructuras del cine americano y su habilidad para sortear las tensiones con el todopoderoso productor David O. Selznick -que venía de afrontar su filme más ambicioso, Lo que el viento se llevó-. Pero Hitchcock necesitaba continuar su carrera en los EE.UU. para justificar que no retornaba a su país para contribuir al esfuerzo bélico como el resto de sus compatriotas. La continuidad de un proyecto cinematográfico le ayudaría a no parecer un exiliado de lujo en Hollywood.
Fruto de la conjunción de estos factores, cuando surgió la oportunidad de que Selznick, que tenía un contrato con Hitchcock para la realización de cuatro películas, cediera a Hitchcock al productor independiente Walter Wanger para realizar una película, nadie dudó de que fuera la mejor solución para todos. Selznick venía de afrontar dos producciones importantes como Lo que el viento se llevó y Rebeca, por lo tanto la cesión a Wanger le garantizaba un periodo de cierta tranquilidad y no afrontar nuevas inversiones económicas mientras que para Hithcock suponía la continuidad deseada en el cine americano.
Wanger había adquirido en 1936 las memorias del corresponsal extranjero Vincent Sheean y sobre esta base se comenzó a trabajar el borrador del guion mientras Hitchcock terminaba la filmación de Rebeca. Tras diversas desavenencias con el guion, finalmente fue Charles Bennett (1), junto con Joan Harrison y el propio Hitchcock, quienes elaboraron el guion definitivo en el que apenas quedó rastro del libro original.
El guion apostaba por el filme de género, un thriller de espías más cercano a los trabajos ingleses de Hitchcock, en el que el espíritu de aventura y entretenimiento se sitúa en primer plano frente al carácter político y propagandístico por el que se inclinaba Wanger, que insistía en ir introduciendo referencias a la actualidad conforme se sucedían los acontecimientos. De hecho, el filme se fue adaptando a la evolución de la guerra en Europa, de tal forma que en el proyecto inicial apenas había mención al conflicto europeo y, sin embargo, como veremos más adelante, en la parte final sí hay una referencia explícita a romper con la neutralidad de los EE.UU.
Aventura
En Enviado especial, John Jones (Joel McCrea), un joven periodista americano sin conocimiento de la política exterior, es enviado por su periódico a Europa para cubrir los acontecimientos prebélicos debido a la amenaza de la Alemania nazi. Una vez allí se verá involucrado en una conspiración contra un diplomático llamado Van Meer que es la pieza clave para evitar el conflicto bélico. Las investigaciones llevarán a Jones a viajar por por Holanda y el Reino Unido.
Así, frente al claustrofóbico relato gótico de su anterior filme en el que la mansión adquiría su propio protagonismo, Enviado especial permite incorporar una variada selección de escenarios y localizaciones para desarrollar una trama que, entre la enrevesada conspiración que envuelve a sus personajes, dejará numerosas escenas en las cuales Hitchcock podía incorporar sus característicos elementos del suspense y como afirma en su entrevista con Truffaut: “Este filme era una fantasía y, como en cada ocasión en que realizo una fantasía, no permití a la verosimilitud que hiciera sus desdichada aparición” (2).
A pesar de que su propio autor lo consideraba un filme menor debido a que no había podido contar con las estrellas que quería para realizarlo, la película es una muestra de la inteligencia para desarrollar un relato de aventuras en el que aparecen elementos muy significativos de la temática y de las soluciones estéticas que Hitchcock estaba construyendo a lo largo de su filmografía. Además, el hecho de ser una producción independiente no significa que su director tuviera menos recursos pues éste pudo contar con diferentes unidades de rodaje y la construcción de numerosos escenarios y platos como la reproducción de la Estación de Waterloo, una plaza pública de Ámsterdam, la secuencia del molino o el interior y exterior de un aeroplano de cuatro motores.
Enviado especial es un temprano precedente de posteriores obras que recogerán y ampliarán los hallazgos que aquí se van apuntando. Uno de los temas principales que desarrolla la película es el personaje inocente que se ve involucrado en una trama que cambiará su vida. Aquí el inocente está representado por el ingenuo periodista americano, un hombre práctico y directo que desconoce absolutamente toda la situación geopolítica internacional que está a punto de desencadenar una guerra no solo en Europa sino a nivel mundial.
La transformación de ese personaje inocente en un héroe está en la base de una de las grandes películas de Hitchcock, Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959). Jones es un periodista que, en medio de una actualidad apasionante, no tiene ni idea de lo que pasa más allá de su entorno cercano; los hechos que suceden en Europa le parecen simplemente algo que forma parte de su trabajo rutinario, y al igual que Roger Thornill en Con la muerte en los talones, Jones terminará siendo una pieza importante en una conspiración de espías donde lo que menos importa -el mcguffin característico- es el secreto que guarda el viejo político holandés pues realmente lo sustancial en Enviado especial es el mecanismo de género de aventuras donde el interés reside en la relación de los protagonista, los equívocos y el dilema moral derivado de la culpabilidad que siente Carol al tener que denunciar a su padre -un traidor que trabaja para los alemanes-.
El tema de la traición y la duda también es recurrente en la filmografía de Hitchcock. Aquí vemos el conflicto generado por el padre de Carol (Laraine Day), el personaje encarnado por el actor Herbert Marshall, que traiciona a su país colaborando con los alemanes; pero también las dudas que se generan en Carol respecto a Johnny.
El tono de humor que recorre todo el relato recuerda también a su etapa británica y es similar al que veremos en Con la muerte en los talones, tanto en la relación entre la pareja protagonista -con alguna escena que entra dentro directamente en la que consideraríamos una comedia clásica como la aparición de Jones en la habitación de Carol en batín- como con los personajes secundarios, por ejemplo, el periodista veterano que está en la sede de Londres o el amigo de Carol y su apellido que comienza con la letra efe doble.
En esa creación de un estilo propio que Hitchcock iba definiendo filme a filme, Enviado especial cuenta con varias escenas destacables. Cuando Jones es testigo del supuesto asesinato del político holandés, Hitchcock filma desde un plano elevado para dejarnos ver el juego estético de los paraguas moviéndose provocado por la huida del asesino.
De igual forma tenemos el juego con el tiempo en la escena de la torre donde Hitchcock alarga la tensión sabiendo que el espectador tiene más información que el protagonista –el falso guardaespaldas de Jones en realidad quiere asesinarlo empujándole al vacío-; primero con los niños que realizan una visita escolar y posteriormente con la repentina aparición de una pareja; cuando vemos como el guardaespaldas se dirige a empujar al protagonista, Hitchcock pasa al plano de la caída de una persona desde la torre y no sabremos la identidad del muerto hasta que volvamos a ver en la escena siguiente a Jones.
Al igual que ocurre en muchas de sus películas un detalle desvela un aspecto importante de la trama tras el que se esconde un peligro como esas aspas de molino que giran al revés para enviar una señal; Hitchcock irá depurando a lo largo de sus películas estos elementos, en Con la muerte en los talones es un avión que fumiga donde no hay cosechas.
El mundo en peligro
Este relato de aventura únicamente cede su protagonismo a la lectura política en la parte final. Ya hemos indicado que en el proyecto inicial no había referencias a la guerra, pero conforme avanzó la realización del filme las noticias de la actualidad se sucedían de forma paralela y el carácter propagandístico fue ganando terreno (3).
Las escenas finales se rodaron en junio de 1940 cuando Alemania ya había invadido Francia y los Países Bajos por lo que el final de la película, con Jones hablando por la radio para América, es una llamada de atención sobre el riesgo de que los EE.UU. permanezcan anclados en su política de no intervención. De esa forma mientras la película se iniciaba con un globo terráqueo –que luego era el edificio del periódico-, el final es un fundido en negro con la voz del protagonista retransmitiendo su mensaje por radio sobre el peligro en que se encuentra el mundo mientras suena America the Beautiful(4). El mundo simbólico al inicio y el mundo real al final.
Cuando la película se estrenó en agosto de 1940 –días antes de que los alemanes comenzaran a bombardear Londres- fue bien recibida en general y, aunque arrastró deudas por su importante presupuesto, afianzó la carrera de Hitchcock en los EE.UU. El filme obtuvo varias nominaciones en los Premios Oscar de 1941, entre ellas las de mejor película y mejor dirección. En ambas categorías fue derrotada; la mejor película fue –curiosamente- Rebeca y el premio al mejor director recayó en John Ford por Las uvas de la ira.
Acción trepidante, sentido del humor y un estilo que se perfeccionaba película a película. Hitchcock definitivamente estaba asentando su carrera en los EE.UU.
Escribe Luis Tormo
(1) El guionista inglés Charles Bennett fue uno de los colaboradores de Hitchcock durante la década de los 30 y su nombre está unido al del director inglés a través de adaptaciones y guiones en filmes como Chantaje, El hombre que sabía demasiado, 39 escalones, Agente secreto, etc. En 1937 Bennett se trasladó a Hollywood para continuar su carrera en los EE.UU. Como era habitual Hitchcock intervenía en el guión pero no aparecía reseñado en los créditos del filme.
(2) Truffaut, François. El cine según Hitchcock. Alianza Editorial, Madrid, 1974.
(3) Es sabido que para Gobbels la película era: “Una obra maestra de la propaganda, una producción de primera clase de la que no tengo dudas que causará una incuestionable impresión en las amplias masas de gente en los países enemigos”. Palabras recogidas en el artículo My favourite Hitchcock: Foreign Correspondent aparecido en The Guardian (27 agosto 2012).
(4) Rossi, John. Hitchcock’s Foreign Correspondent. Film & History (1982). Rossi señala en su artículo sobre la película que Alfred Hithcock afirmó que el discurso final de la película estaba escrito por Wangler y Hecht, aunque luego no incidió en este tema al comprobar que las reacciones no eran desfavorables.
Artículo publicado originalmente en Encadenados