Las propuestas museísticas relacionadas con el arte contemporáneo solemos asociarlas a un entorno urbano. Una ciudad, una capital, un publico concreto con intereses culturales vinculados a un medio metropolitano.
Por ello no deja de ser sorprendente la existencia de un museo como el MACVAC, Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerní, de Vilafamés. Paseando entre las callejuelas de la parte alta de la ciudad, en pleno centro histórico, nos encontramos con el Palau del Batle, un edificio del siglo XV perteneciente al gótico valenciano, sede del museo de arte contemporáneo.
En la parte exterior tenemos una fachada de sillares en la que destacan la puerta de acceso, un arco de medio punto, las ventanas geminadas –compuesta por dos arcos- sin la columna de parteluz, y en la parte alta una galería de ventanas de arco de medio punto y unas gárgolas. Desde fuera ya puede apreciarse la monumentalidad del edificio, haciendo que el contenedor adquiera un protagonismo equiparable a las propias obras que alberga.
La génesis del museo hay que buscarla en el crítico de arte Vicente Aguilera Cerní, que en una visita a finales de los 60, quedó fascinado por la población y comenzó a gestar el proyecto de un posible museo. Tras la propuesta a las autoridades municipales, que recogieron el guante lanzado por el crítico, éste se valió de su prestigio como historiador y crítico de arte para iniciar una colección en la que los artistas cedían o donaban sus obras para la colección museística. Estos artistas o particulares que cedían sus obras, podían sustituirlas por otras o venderlas o depositarlas temporalmente. Por lo tanto el museo combina la obra propia adquirida o la cesión en las condiciones descritas con anterioridad.
Así en agosto de 1972 se inaugura el Museo Popular de Arte Contemporáneo de Vilafamés con más de un centenar de obras. El nombre original cambiaría en 2003 por el actual, Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerní (MACVAC).
En la actualidad el museo cuanta con más de 400 obras, aunque el número varía por la peculiaridad de su modelo de cesión/donación.
Las obras muestran un recorrido por la pintura del siglo XX (realismo, abstracción, naif, cinético, hiperrealismo, etc.), con una fuerte presencia de autores nacionales, entre los que podemos encontrar nombres tan representativos como Juan Genovés, Eusebio Sempere o Antonio Saura, entre otros.
La colección se estructura a través de 29 espacios que se adaptan a los cuatro niveles en las que se conforma el edifico mediante un recorrido que alterna pequeños espacios con salas grandes y amplias en el que las obras se mimetizan con el contenedor, adaptándose a las paredes, estableciéndose un diálogo enriquecedor con el visitante.
En la entrada del museo se facilita un díptico con una información sobre las salas del museo. Desde la entrada, se señala el inicio del recorrido mediante una numeración correlativa que permite realizar un trazado para acceder a la totalidad de las obras. Cada movimiento artístico cuenta con una pequeña información y hay que dejarse llevar por este paseo por el arte contemporáneo, con sus subidas y bajadas, con sus salas más espaciosas o los pequeños recovecos en los que surge la obra artística. Eso sí, por las propias características de recorrido, los visitantes con problemas de movilidad pueden tener alguna dificultad de accesibilidad.
El recorrido se completa con un patio en el que tenemos un pequeño jardín con un lavadero, una torre, algunas esculturas y los servicios.
En la web del museo está disponible toda la información sobre horarios y precios. La visita se realiza de manera independiente aunque los viernes hay posibilidad de disfrutar de una visita guiada.
Es recomendable acercarse a la oficina de turismo pues cuentan con un folleto que incluye, por una parte, la información general de Vilafamés, y por la otra, una parte expresamente dedicada al MACVAC.
Un museo de arte contemporáneo, un espacio cultural vivo, que se convierte en una visita obligada tanto para los interesados en el arte como para aquellos que se acercan a conocer la belleza de Vilafamés.
Fotos: Luis Tormo