Metallica: some kind of monster

 

El espectáculo debe continuar

Los documentales de música sobre la realización de discos o conciertos suelen ser obras autocomplacientes, y más cuando la iniciativa tiene su origen en el propio artista o grupo. Es algo parecido al modelo making off de las películas, a los que estamos tan acostumbrados, donde todo suele ser magnífico en una apuesta por la parte promocional que no deja lugar para el distanciamiento crítico.

Aunque no siempre es así. En 1969 Los Beatles, en el inicio del periodo que desembocaría en su separación, se embarcaron en la realización del documental dirigido por Michael Lindsay-Hogg (bajo los auspicios de Paul McCartney) que debía mostrar el proceso creativo de una obra (reuniones, grabaciones, etc). Al final, el resumen de las 96 horas de filmaciones, que se tradujeron en la película Let it be, dejaron patente al mundo no solo la forma de trabajar, sino la disolución del grupo.

Pues bien, Metallica: some kind of monster (Joe Berlinger, Bruce Sinofsky, 2004) sigue este mismo modelo, comenzando con la presentación de su octavo disco, St. Anger, para retroceder después al inicio del proyecto, dos años atrás, de tal forma que asistimos al nacimiento, desarrollo y culminación de esa obra, accediendo a las entrañas del grupo, poniendo de manifiesto la mercadotecnia que gira alrededor de este tipo de productos y la artificialidad de un grupo que subsiste en función de la necesidad de realizar el esquema básico del rock and roll: disco, promoción y gira en directo. Esto, en principio no es ni bueno ni malo, ni éste es el espacio para juzgar musicalmente a la banda californiana, cuyo prestigio y popularidad viene avalado por una carrera de más de veinte años. Lo que sorprende es la honestidad del documento que vemos y que, insistimos, se aleja de la típica película de glorificación del ídolo (algo que suele ser lo habitual en esta clase de trabajos).

La imagen que trasmite Metallica: some kind of monster es de una sinceridad que deja al descubierto la realidad del grupo pues, por un lado, trasmite la honestidad y el esfuerzo de más de dos años de trabajo para sacar un disco a la calle, y por otro, lo artificial de este mundo, lo cual creo que es el mayor mérito de este documental. O lo que es lo mismo, el documental es sincero, pues muestra al grupo tal como es. Así, ya de entrada, vemos que la unión de los miembros no es tal, necesitan juntarse para crear un disco, pero la acumulación de problemas sea acumula (discusiones entre ellos, un miembro que abandona el grupo) que necesitan de un terapeuta (habituado a trabajar con profesionales del deporte) para poder reunirse bajo un mismo techo y trabajar. De hecho, este terapeuta llega a formar parte del grupo, pues éste es incapaz de trabajar sin contar con su presencia, con sus sesiones.

Vemos como la necesidad de realizar un disco puede más que el deseo auténtico de los miembros de juntarse para trabajar juntos, pues en realidad su relación es insoportable. De hecho, el trabajo de Joe Berlinger y Bruce Sinofsky pone de manifiesto esa imagen de grupo unido para los temas promocionales (presentaciones, actuaciones, etc.) mientras denuncia los problemas cuando el grupo se encuentra trabajando solo.

En cuanto a la autenticidad, el documental deja momentos imborrables como es el reconocimiento de las adicciones del cantante (que necesita internarse en una clínica de desintoxicación), la conversación de uno de los lideres de la banda con un antiguo miembro al que expulsaron y que les cuenta la frustración que arrastra desde entonces, lo alejados de la realidad que se encuentran como la escena del guitarra del grupo, montado en un caballo y paseando por su rancho frente a un lago, expresando que son esos momentos los que le hacen sentirse cercano a la gente (como si todo el mundo tuviera un rancho con caballos) y, sobre todo, la figura del terapeuta, mitad padre, mitad gurú encargado de conseguir juntar los egos de los líderes del grupo.

Estos momentos aparecen, en primer lugar, por el método de trabajo de los realizadotes, que consiste en acompañarles en todo momento mientras realizan el disco y también en diferentes aspectos de su vida cotidiana al margen del grupo (escenas en sus casas, las relaciones familiares, actividades particulares, etc.), filmando alrededor de 600 días; y en segundo lugar, en esa actitud del grupo de dar luz verde al documental (a su documental pues está producido por ellos mismos).

Y es que, en definitiva, el espectáculo debe continuar, pues a pesar de todos los problemas con los componentes del grupo, con su imagen, el producto salió adelante, vendió cantidades ingentes de discos y Metallica se embarcó en una monstruosa gira mundial que le llevó prácticamente por todo el mundo, visitando más de 60 países. Y desde entonces el monstruo no ha dejado de crecer.

Escribe Luis Tormo

Título original: Metallica:some kind of monster
País, Año:           EE.UU., 2004
Género:              Musical-Documental
Dirección:          Joe Berlinger y Bruce Sinofsky
Intérpretes:       El grupo Metallica
Producción:       Bruce Sinofsky.
Fotografía:         Bob Richman
Música:               Metallica

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