Me interesa el tema de las relaciones interpersonales
Jordi Núñez
Jordi Núñez, director y guionista valenciano, comenzó en el mundo del audiovisual con una serie de cortometrajes (Píxeles, Amor de Dios, Cachitos) hasta culminar un recorrido natural que se ha materializado en el debut en la pantalla grande con el largometraje El que sabem (Lo que sabemos). Su estreno se produjo en la 52 edición del Festival de Cine de India (IFFI) e inauguró la 37 edición de la Mostra de València-Cinema del Mediterrani, formando parte de su Sección Oficial. La película profundiza en la relación de un grupo de amigos que se encuentran en un momento crucial de sus vidas.
Estrenada en cines en noviembre de 2022, la película está disponible para su visionado en formato alquiler en plataformas.
Aprovechando la presencia de Jordi Núñez en un encuentro con el público en el pase de El que sabem en el Cine Tívoli de Burjassot (Valencia), hemos mantenido una conversación sobre lo que ha significado sacar adelante su opera prima junto con algunas reflexiones sobre su forma de abordar el trabajo cinematográfico hecho desde Valencia.
Tras una etapa en el cortometraje con la que alcanzas una buena repercusión en cuanto a número de visionados y exhibición en festivales, das el salto al largometraje. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Realmente era un paso natural. En el instituto y en la universidad hacía largos con mis amigas, sobre todo en el instituto porque nos daban las herramientas para rodar y para presentar las películas en el salón de actos. De alguna manera ya eran películas largas, de 50 minutos o una hora.
Los cortometrajes fueron, una vez ya entras en el mundo profesional haciendo el master, los pasos que hay que dar; pero la fijación siempre ha sido ir a por el largo. Desde el segundo cortometraje estaba pensando en lo que finalmente ha sido El que sabem, evolucionando, añadiendo capas. Y esa ha sido la intención desde el principio, desde que hice Píxeles.
Tus cortometrajes hablaban del mundo juvenil, de las relaciones de amistad y amor. Una temática que continua en el largometraje. ¿Es el tema que te interesa?
Me interesa el tema de las relaciones interpersonales, el tejido de éstas, cómo uno se relaciona y se ve a sí mismo a través del otro. Cómo uno construye su propia identidad a través de esta mirada.
Y me interesaba mucho hablar de la juventud. De esa energía concreta, de ese momento en que todo es posible porque todo está por venir. Y de los inicios del desencanto, de los primeros desencantos, de los ciclos vitales que conforman la vida.
Los personajes viven en un ciclo y el personaje protagonista adquiere la experiencia para ver este ciclo desde fuera y, de algún modo, cuando tomas la distancia para ver eso desde fuera te da un poder que el resto de personajes no tienen porque están anclados en ese círculo dando vueltas.
Douglas Sirk lo definía como el «rondó diabólico», muchos personajes de sus películas están anclados en esas vueltas y vueltas que da la vida. Me interesaba hablar de esto desde la perspectiva de un grupo de amigos de l’Horta y donde las Fallas tuviesen una implicación simbólica, narrativa y dramática; y donde todos los elementos estuviesen dentro del código del melodrama pero al mismo tiempo muy valenciano, con toques de sainete y con la idiosincrasia de aquí.
Hay una frase de Sirk que dice: «La felicidad es un pájaro que vuela». A veces vuela cerca de ti pero si intentas atraparlo deja de volar, deja de ser la felicidad. Lo único que puedes hacer es hacerte atractivo para que ese pájaro vuele el mayor tiempo posible cerca de ti. Pero no puedes ni atraparlo, ni someterlo.
En la película hay como dos partes, una referida a la juventud, festiva, alegre; y una segunda parte, asociada al paso del tiempo, donde se aprecia ese desencanto.
Realmente son tres bloques que están planteados con energías muy distintas. El primero está planteado en el momento del final del instituto con esa ilusión, esa efervescencia, ese brillo; luego se pasa a un segundo acto en el que están al final de la universidad, le están viendo las orejas al lobo, y lo que antes brillaba ahora ha dejado de brillar, se siguen aferrando a eso pero de alguna manera está viciado, el personaje de Carla ya no encuentra en Víctor esa plenitud que encontró en el inicio. Es una acto que termina en una derrota.
Y luego hay un tercer acto de la derrota misma. Qué pasa cuando se acepta la derrota y, de pronto, puede volver a aparecer la llama. Por eso me interesa mucho la metáfora de las Fallas. Se trabaja un año, se queman, y en esa combustión está su propia regeneración. Es un ciclo del que Carla toma conciencia.
Al hilo de la introducción de las Fallas en el relato, las localizaciones son en Valencia pero hay algo más que las localizaciones físicas. El simbolismo de las Fallas o el personaje que interpreta Rosita Amores es muy de aquí y apela no solo a lo físico sino también al factor emocional. Es una historia que se tenía que rodar aquí.
Sí. De algún modo hay un factor de inmersión, tanto cultural como lingüístico. Carla llega y se ve obligada a bucear en un mundo que le es totalmente ajeno, el personaje de Rosita Amores representa una idiosincrasia que se le escapa totalmente.
Y poco a poco, ella se va integrando en este ambiente, de alguna manera esa etapa en Valencia le supone una transformación que se muestra a través de las dinámicas con el valenciano y el castellano que son muy habituales, esa dinámica bilingüe de l’Horta. Ella, cuando habla de su etapa en Valencia te lo está diciendo en valenciano, digamos que ha cerrado una etapa pero se lleva una lengua nueva y una nueva forma de ver el mundo con ello.
Quería que todos estos elementos tuviesen distintas lecturas y distintas capas. Al final creo que la película es como un juego de muñecas rusas. Empiezas con Carla, luego está Martí y dentro de todo está esa pareja conformada por Víctor y Marina, que han sido cobardes toda su vida para intentar llevar adelante lo suyo pero están condenados, atormentados.
Puedes empatizar con ellos como puedes empatizar con Carla. Quería que la película fuese como un espejo, aproximándome a todos los personajes sin juzgarles y que el espectador pudiese verse reflejado en aquel lugar de la historia que le interpelase más.
No juzgas a los personajes, no hay buenos o malos. Son personas.
Es que no los hay malos realmente. Al final la gente es maravillosa y es gilipollas a la vez [risas]. Eso me parece interesante y por eso es una de las cosas que más me interesan como cineasta. Que la gente es gente.
Creo que es importante no deshumanizarlos y que al final te emocionen los cuatro; claro, yo he escrito los cuatro personajes y tengo anclajes emocionales con todos ellos, pero puedes entender a Martí, puedes entender a Marina, a Carla, incluso puedes entender a Víctor, quizá el más antipático y que queda más marcado, pero es que hay gente que es así y me parece igual de válida y emocionante su historia.
Obviamente en todas las películas el casting es importante pero en este tipo de películas más aun. Continúas trabajando con Javier Amann y Nakarey que vienen ya de tus cortos.
Nakarey está nominada al premio revelación de la Unión de Actores, única producción valenciana presente en esta edición de los premios. Está nominada con Laura Galán, de Cerdita. Es la primera venezolana que nominan en la historia de los premios del sindicato y la única latina que está nominada este año junto con Ana de Armas; es un año en que están nominados Penélope Cruz o Luis Zahera.
Cuando pensábamos que la película ya no nos iba a dar más sorpresas a nivel de premios hemos tenido cuatro nominaciones a los Premios del Cine Español Independiente, donde Mauró ganó el premio al mejor actor de reparto. Y esta nominación de Nakarey ha sido muy bonita, venezolana con un papel en valenciano.
Y a esa pareja que heredas de tus cortos, incorporas a Tània Fortea y Mauro Cervera que están muy bien. ¿Los conocías de antes o vienen de un casting?
Vienen de casting. Se convocó un casting en 2018 donde asistieron más de 200 actores y actrices valencianas, entre 20 y 25 años. Fue un casting superemocionante y muestra todo el talento que hay, que muchas veces no sale a la luz. Cuando apareció Tània, que leyó un texto de Angels in America, pensé: «¿Dónde estaba escondida, por favor? y lo mismo con Mauro.
En ese aspecto ha sido muy bonito como se han integrado con Javi y Nakarey, como se han ido generando dinámicas de amistad dentro y fuera de la ficción.

Una vez ya tienes la película hecha, con todas las dificultades…
Rodaje en septiembre de 2020, en plena pandemia
Llega el momento de la exhibición y distribución. ¿Cuesta encontrar un hueco para la exhibición? ¿Cuál ha sido tu experiencia en este sentido?
Creo que ha sido un pequeño éxito acotado dentro de un contexto donde hay una saturación de películas enorme. Hicimos más de 1.000 espectadores en sala con solo dos copias y contento de ver los cines llenos en salas de MN4 y ABC Park. Todo ha sido un proceso de ensayo y error. Somos nuevos en esto.
Desde el momento en que entró nuestra distribuidora, Con Un Pack, han cuidado mucho la película y hemos recibido un trato muy bueno por su parte y aquí estamos. La película tiene una segunda vida, está en alquiler. Tiene ventas internacionales y se estrena en cuatro días en cines, DVD y plataformas. ¡Qué es muy fuerte!
¿En DVD?
Va a haber DVD de El que sabem. What we know. Con Rosita Amores subtitulada… Es que eso es maravilloso…
Entonces muy contentos y tratando de aplicar el mensaje que tiene la película que es quedarme con lo bueno porque han habido muchas cosas buenas y algún error del que aprender.
¿Y proyectos futuros?
Estamos preparando mi siguiente película que se llama Valenciana, basada en la obra de teatro de Jordi Casanovas. Un proyecto muy potente en el que estamos terminando de completar la financiación, pero estamos en el punto de iniciar la preproducción para rodar en mayo.
Y pensando también en un proyecto de una serie que me gustaría sacar adelante. Hay muchas cosas. Pero ahora toca centrarse en rodar esta nueva película que interpela a la historia de Valencia, de los años 90 y de tres amigas que viven esos años, con algunos puntos en común con El que sabem, a la vez que aporta una visión nueva.
Escribe Luis Tormo
