Entrevista con Víctor García y Carla Campra a propósito de «La niña de la comunión»

Tras su paso por la pasada edición del Festival de cine de Sitges, donde se pudo ver en la Sección Oficial fuera de concurso, el 10 de febrero se estrena La niña de la comunión. Dirigida por Víctor García y protagonizada por Carla Campra, Marc Soler, Aina Quiñones y Carlos Oviedo; el largometraje se basa en una idea del propio realizador y Beto Marino, y cuenta con el guion de Guillem Clua.

La historia se desarrolla en un pequeño pueblo a finales de los años 80. La iglesia está preparada para celebrar una misa de primera comunión; entre los niños está Judith, la hermana pequeña de Sara. A partir de la comunión de Judith, Sara y su amiga Rebe salen una noche de fiesta y al hacérsele tarde, tienen que regresar haciendo autostop. Durante el trayecto, el conductor del coche las intimida con bromas de mal gusto hasta que alguien (o “algo”) se les cruza en la carretera. Salen del coche para investigar y solo se encuentran con… una vieja muñeca de comunión en medio del oscuro bosque.

La niña de la comunión es una producción de Ikiru Films, La Terraza Films, La Niña de la Comunión AIE, Atresmedia Cine, Rebelión Terrestre y Warner Bros. Pictures España que distribuye la película.

Los cines Kinépolis Valencia acogen el preestreno de La niña de la comunión, dentro de la iniciativa de los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis, contando con la presencia del director Víctor García (Gallows Hill, Return to House on Haunted Hill, Mirrors 2, Hellraiser: Revelations) y la actriz Carla Campra (Verónica, Todos los saben, Feria, Sagrada Familia), con quienes hemos hablado sobre todos los aspectos que han rodeado esta producción.

Víctor García y Carla Campran. Foto: Luis Tormo

La película se basa en una historia tuya y de Alberto Marini, sobre la que Guillem Clua elabora el guion. ¿Cómo se ha desarrollado todo este proceso creativo y qué os intereso de la historia?

Víctor García: A nosotros se nos ofrece el proyecto, Beto Marini ya estaba incorporado pero en un punto muy embrionario. Warner y Antena 3 querían hacer una película basada en la leyenda de la niña de la comunión, que es la aparición de un niña vestida de comunión; y a partir de ahí nos pidieron esa iconografía y la iconografía de una muñeca de comunión que tuviese una maldición.

Nos dieron carta blanca y Beto Marini y yo nos pusimos a pensar, a buscar cómo podíamos hacer algo interesante a partir de esta historia hasta que finalmente encontramos una fórmula que nos pareció que podía funcionar y ahí es donde entra Guillem Clua que se encarga de construir esos diálogos y esos personajes maravillosos.

¿Carla, cómo llegaste a la película y qué te atrajo del guion?

Carla Campra: Me llegó un selftape, que desde el Covid es la manera en la que se envían las primeras pruebas; tú estás en tu casa y grabas una separata que te envían, te cuentan un poco la historia… Entonces, mandé un selftape que me hice con mis amigos y a partir de ahí ya no recuerdo si hubo una segunda prueba…

Víctor: Yo vi todas las cintas y cuando vi la tuya ya me costó ver las siguientes. Lo he dicho mil veces y te lo digo a ti. No es peloteo [risas]. Cuando te vi, pensé: “Es Sara. Es ella. Ya lo tengo”.

Carla: Hice esa prueba y posteriormente, cuando leí el guion, me encantó, me gustó muchísimo porque me atrapó; a mí me gusta el género del terror, me entretiene. No paso miedo pero me entretiene. Además tenía un personaje protagonista como Sara, que es una tía superluchadora, que es algo que me atrae mucho de ella.

Luego hicimos pruebas con otros personajes hasta que salieron Marc [Soler] y Aina [Quiñones] y hasta ahora… El rodaje fue muy divertido.

La película se desarrolla en los años 80. ¿Qué os aportaba trasladar la historia a esa época, al año 1987?

Víctor: Estamos en una época indeterminada, hay algo de la ruta del bacalao…

Suena Chimo Bayo.

Víctor: Hay algo del 91, pero bueno, nos lo podemos permitir. Mi director de arte estaba obsesionado con hacerlo todo en el 88, cuando vio la primera versión de montaje, ya sonorizada y con la música, dijo: “Chimo Bayo, no, que es del 91”. Y dije. “Ya, pero mira que bien entra la escena con Chimo Bayo”.

Esto es cine, ¿no?

Víctor: ¡Ya está, no pasa nada! Tampoco estamos haciendo un documental. La época funcionaba muy bien por el momento de transición en España, en un pueblecito anclado en el pasado en el que se generan una serie de personajes jóvenes que están intentando salir de eso. Sara es una luchadora, Rebe también, van un poco a la par y es como el detonante para el personaje de Sara.

Son unos personajes que no quieren llevar la mochila de sus antepasados. Quieren tener su propia vida. Ese momento de transición, esos contrastes, nos parecían interesantes a la hora de desarrollar la historia. Y también es verdad que las comuniones ahora no tienen la misma fuerza que tenían en los años 80. La comunión, la religión debía tener un cierto peso, aunque no quisimos centrarlo todo en el tema religioso o eclesiástico porque la película no iba de eso, pero evidentemente, tiene un peso específico.

Carla Campran y Víctor García con el cartel de la película. Foto: Luis Tormo

¿Cómo has trabajado tu personaje en una época que no conocías? ¿Tenías alguna referencia de alguna película concreta?

Carla: Bueno…

Víctor: Clases de baile.

Carla: ¡Clases de baile! Hay videos muy graciosos de ese día donde nos enseñaron cómo se bailaba en las discotecas en aquella época y es muy gracioso. Vernos a nosotros ahí… No te dejaban moverte como ahora.

Pero yo siempre digo que realmente cambia la circunstancia pero muchas veces las historias son parecidas. Esto es ficción, no algo que ocurra normalmente, pero siempre hay similitudes con la época actual con muchas cosas, eso también ayuda mucho. Y luego tirar de imaginación y que toda la vida hemos visto películas de los 80 y los 90. La época está bastante presente.

Víctor: Creo que también era interesante hacer el ejercicio de que esto no era un viaje nostálgico a los 80 sino simplemente ver una realidad que como comentaba Carla tampoco está tan alejada de la época actual, tienes el machismo, tienes el bullying; y creo que eso es un punto de conexión con los adolescentes de esa época y con los adolescente de ahora. Ese es un punto de conexión interesante para los espectadores que de repente van a ver esta película, una peli de época para ellos, pero que en realidad se encuentran con situaciones que han vivido.

Toda tu trayectoria gira alrededor del cine de terror o de acción. Parece que te sientes cómodo en el género de terror. Cuando piensas una historia, la traduces al terror.

Víctor: Me resulta fácil traducirlo al género del terror. Ya son muchos años y yo empecé como técnico de efectos especiales y de pequeño siempre me metía en el cine a ver películas de género que por edad no podía ver. Me parece que el género de terror tiene una capacidad, bastante única, que te permite hablar de cualquier cosa y puedes convertir tu metáfora en una criatura malvada, en una maldición, en un monstruo… Y funcionar dentro de esas reglas del género, de ese juego, pero al mismo tiempo, tienes tu capa de tesis que te permite contar la misma historia que contarías como si fuera un drama. El género me resulta como una excusa muy apetecible para trasladar esa metáfora al fantástico.

Comentabas antes que el género de terror te divertía.

Carla: Sí, me gusta contar las historias de los personajes y que se adapte al género que se está utilizando, en este caso el terror. Pero es verdad que lo que me divierte mucho de estas películas es la emoción de que cada día es diferente. No hay un solo día que sea parecido al anterior.
A veces es muy duro, pero es muy divertido también todo lo que implica el terror: que te tiren por los aires, las escenas del pozo que fueron duras de rodar pero que a mí me encantan, meterme en el agua, etc. Me gusta mucho.

Las protagonistas de La niña de la comunión. Foto: Daniel Escalé/ Warner Bros. Pictures España

Empezaste con tu cortometraje, El ciclo, que tuvo repercusión y fue premiado en Los Ángeles, lo que te permitió iniciar una carrera como director internacional con producciones y coproducciones norteamericanas. Tras esta etapa vuelves a España para rodar aquí. ¿Cómo ha sido esa experiencia de retornar a tu país? Son proyectos de diferente nivel presupuestario. ¿Te ha resultado sencilla esa adaptación?

Víctor: En realidad yo regresé hace ya tiempo. A mí me ha costado siete películas volver a rodar a España [risas]. Yo me fue a Los Ángeles porque, como dices, uno de los premios que gané con El ciclo, que este año hace 20 años, y cuando regresé a Barcelona, a los dos días recibí un email de un manager que me dijo que le encantaba El ciclo y que me quería representar.

Como aquí no me estaba yendo bien, quizá el cortometraje no era el más premiable en el circuito convencional de festivales, y allí funcionaba muy bien, dije: “Me voy a ver qué pasa”. Y así fue, un par de años después de ir y venir presentando guiones en los estudios, hasta que conseguí mi primer proyecto.

En cualquier caso, la realidad es que hacer cine es hacer cine aquí o en Bulgaria, donde rodé mi primera película, que es americana pero la rodé en Bulgaria. Al final todo depende del presupuesto, de las ganas que la gente tenga de implicarse en el proyecto, de la pasión que sientas por el mismo.

Y sí, a nivel presupuestario varía, estás en más o en menos, obviamente si estás en una liga mucho más alta juegas con presupuestos más alto, normalmente para este tipo de películas los presupuestos son más o menos los mismos. Luego te encuentras con películas que tienes 15 días y no tienes nada de presupuesto. Pero esa pasa allí y también te pasa aquí. Realmente la adaptación no es tal porque un rodaje, al final, es un rodaje, con sus cosas buenas y sus cosas malas.

Esta película tiene un aire clásico, de género, y además, sin muchos efectos digitales. Tiene ese sabor de las películas de los 80.

Víctor: Sí, ese aire artesanal. Eso era muy importante para mí. Empecé con los efectos especiales de maquillaje y tenía claro que para crear el fantasma y la muñeca yo quería que DDT, la empresa de efectos especiales de Barcelona, me hicieran el diseño de las dos criaturas, de las dos protagonistas fantasmales. Y quería que fuera una cosa de prótesis, de sesión de maquillaje, que en el rodaje ellos pudieran interactuar con esa criatura. Hay momentos que no funcionarían como funcionan si el personaje de Sara no se hubiera enfrentado físicamente a esa criatura.

Y finalmente, Carla, tú empezaste muy joven en el cine y la televisión. ¿Cuál fue el momento en que te diste cuenta que querías continuar en esta profesión?

Carla: Siempre lo he disfrutado mucho, desde muy pequeñita es algo que siempre he disfrutado porque siempre había sido un juego. Y me lo tomo muy en serio porque yo en realidad soy muy seria, trabajando soy muy seria, Víctor lo puede decir.

Víctor: ¡Es una jefa! Es superseria. La ves risueña, siempre se está riendo, pero es muy seria, es muy metódica, muy trabajadora.

Carla: Y es verdad que cuando rodé Feria [Feria: la luz más oscura, serie de Netflix] fue la primera vez que me enfrenté a un personaje protagonista, que tenía más peso en la historia, con más trayectoria. Ahí fue como meterme de lleno en la boca del lobo y decir: “Vale, aunque lo sufra (porque es un trabajo que se sufre mucho) lo amo y no quiero hacer otra cosa”.

Escribe Luis Tormo

Artículo publicado originalmente en Encadenados

Carla Campran, Luis Tormo y Víctor García. Foto: Luis Tormo

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s