Entrevista con Jaime Rosales a propósito de Girasoles silvestres

“Las películas expresan el presente”

Jaime Rosales

Girasoles silvestres, la nueva película de Jaime Rosales se estrena en cines el 14 de octubre, tras su pase en la 70ª edición del Festival de San Sebastián, donde participó en la Sección Oficial.

El film está protagonizado por Anna Castillo, que interpreta a una joven madre impulsiva y vital que busca el amor y lucha por proteger a sus hijos. Oriol Pla, Quim Àvila, Lluís Marquès, Manolo Solo y Carolina Yuste completan el reparto.

Se trata de la séptima película del director catalán, responsable de Las horas de día, Premio de la Crítica del Festival de Cannes, La Soledad, Goya a la Mejor Película y al Mejor Director, Tiro en la Cabeza, Premio de la Crítica del Festival de San Sebastián, Sueño y Silencio, Hermosa Juventud, o Petra. Rosales, que firma el guión junto a Bárbara Díez, ha rodado en 35mm y ha contado de nuevo con Hélène Louvart como directora de fotografía tras su colaboración en Petra.

La película está producida por Fresdeval Films, A Contracorriente Films, Oberon Media y Luxbox (Francia), con la participación de RTVE, TV3 y Movistar+ y con la financiación del ICAA, ICEC y Media Creative.

Con motivo de su estreno, los cines Lys de Valencia han organizado el encuentro de Jaime Rosales con la prensa y gracias a sus facilidades hemos podido mantener una entrevista personalizada con el director de Girasoles silvestres; una conversación en la que hemos hablado de las motivaciones del personaje principal, el desarrollo del guion y la elección formal con la que Rosales estructura su película.

Jaime Rosales se dirige al público en la sesión de Girasoles silvestres de los cines Lys. Foto: Luis Tormo

El personaje femenino interpretado por Anna Castillo es una mujer que está aprendiendo, que experimenta a golpe de situación con los tres hombres que están en su vida.

Es eso exactamente. Para mí la película tiene ese elemento del aprendizaje del amor a través de la experiencia, y la experiencia es prueba y error. El primer hombre, a pesar de las advertencias, le genera un deseo muy grande y se convierte también en una decepción; luego busca un hombre que es diferente, que en realidad es una segunda oportunidad, una segunda oportunidad que viene por el hecho de pensar que en este tiempo él ha madurado; y el tercer hombre sí es un hombre maduro.
Ella no se resigna. Está buscando toda la película. Incluso con cada hombre hay un plano de ella mirando al sol, orientándose como los girasoles que aparecen en el título del filme.

El elemento de su personalidad más destacable es que no se resigna, ella no se victimiza y no se resigna, sigue buscando, sigue luchando. No renuncia ni a sus hijos ni al amor ni, aunque no lo parezca, al ascenso social; ella quiere mejorar en la vida desde el punto de vista material.

Si consideráramos la película de una forma aislada podría parecer que se enclava dentro de la tendencia actual de mostrar o poner en valor personajes femeninos, pero en tu cine siempre ha estado ese punto de vista femenino. En La soledad era una mujer adulta pero en Hermosa juventud podría ser una mujer de una generación muy similar a ésta; vemos la sociedad a través de esos personajes femeninos.

Siempre me ha interesado mucho los personajes femeninos porque tengo la suerte de estar rodeado de mujeres –mis hijas, mi mujer, mis cuñadas– y es un mundo que me resulta atractivo, fascinante; por otro lado, creo que es verdad que tiene vigencia y actualidad la evolución del rol de la mujer.

Los cineastas solemos estar atentos a lo que ocurre en el mundo, las películas están muy condicionadas por el presente y al mismo tiempo explican el presente. Intentan explicar el presente, y al menos las mías, es un retrato de mi mundo y también una pequeña utopía de mi mundo. Me gustaría que cada película mía se viese por las generaciones futuras como “esto era así” y al mismo tiempo, por mis contemporáneos como que contienen algo de utopía, algo como es así pero debería mejorar.

Para mí esos son los dos elementos que tienen que tener mis películas y creo que ésta también lo tiene.

El guion está escrito por ti, junto a Bárbara Díez, que es una persona que ha trabajado contigo en temas de producción en esta película y en otras anteriores. ¿Cómo ha sido esa colaboración?

Bárbara desde hace un tiempo ha ido cogiendo cada vez más importancia en las películas que hacemos juntos y en ésta me apetecía que ella también participara en la escritura. La participación ha sido más a través de charlas, discusiones sobre tramas y los personajes. Ella es muy precisa respecto a los personajes. Y como los personajes tienen que estar en conflicto siempre hay que encontrar el lado atractivo del personaje; y ella por ejemplo me decía respecto al personaje de Óscar: “Si Óscar es demasiado cafre, la elección por parte de ella la deja en mal lugar”. Tenemos que cuidar mucho que el personaje siendo un cafre, porque lo es, tenga suficiente atractivo sobre todo para justificarla a ella. Y así todos. Ella tenía una mirada sobre los personajes.

¿Y el guion es muy férreo a la hora de trasladarlo al rodaje o el rodaje permite una mezcla de consideraciones con los actores o actrices? ¿Introduces elementos más improvisados?

El guion es bastante férreo en cuanto a la planificación de producción. Se ruedan las escenas que están en el guion, no se añaden ni nuevas ni variaciones; en ese sentido es férreo y también lo es en el sentido de la dramaturgia; en cada escena está planificado lo que se va a rodar, va a ocurrir lo que ya transportaba el guion escrito y se dicen las cosas esenciales que transportan esa dramaturgia.

Y luego, en cambio, es muy líquido en la manera como lo dicen, las palabras que utilizan y el ritmo que acaba teniendo la escena. Es una mezcla entre algo sólido y líquido. Y así es como avanza la película y como se siente.

Por eso mis películas se sienten como improvisadas, frescas en las interpretaciones, pero al mismo tiempo, aquello avanza sin desviarse de una dirección.

Oriol Pla, Anna Castillo y Carolina Yuste en Girasoles silvestres. Foto: Quim Vives/A Contracorriente Films

¿Cuándo escribes el guion lo haces pensando en algún actor o actriz que pueda encarnar los personajes?

Hasta ahora he escrito los guiones sin pensar en el casting. Sobre todo porque si piensas en actores, recuerdo cuando estaba en la escuela de cine y un director decía que prefería no pensar en actores porque luego a lo mejor no estaban disponibles o no nos ponemos de acuerdo o no le interesa, entonces se produce una gran frustración porque ya te has vinculado a la idea de un actor y eso va a ser un problema. Nunca pienso en los actores antes de la película.

Pienso en mi “yo” como espectador. Me proyecto a una butaca como si viera la película; escribo el guion como creo que tiene que ser, luego lo leo, y cuando lo leo me pongo en la butaca y digo: “¡ah!, esto me ha fluido, esto no, esto me ha gustado”. Miro si la sensación es buena o no. Y me pasa igual cuando hago el montaje. Dejo que la montadora, y en este caso Bárbara, monten y yo voy viendo visionados. Y lo veo como espectador, veo que todo fluya, que vaya hacia un lugar correcto y que me dé la sensación final.

Eso es lo único que pienso cuando escribo la película.

Todas tus películas tienen una elección formal determinada adaptada para cada una. En La soledad había una frontalidad y el juego con la doble pantalla, en Tiro en la cabeza el recurso documental, en Sueño y silencio el uso del blanco y negro, etc. En esta película vemos el uso del color, los movimientos de cámara que acompañan los diálogos y el uso de la música.

Al final cada película responde a un tema, a un momento estético en el que me encuentro y un diseño en la relación que la película va a establecer con el espectador. Con relación a estas cosas se toman una serie de decisiones estéticas que van a determinar lo que se percibe en la película.

En el momento que hago esta película me encuentro que va a ser un tema que tiene que ver con las relaciones entre hombres y mujeres, cómo son los hombres pero vistos desde el punto de vista de una mujer, yo soy un hombre pero el punto de vista es el de ella, no hay ningún momento en que la cámara adopte el punto de vista de los hombres, y todo eso determina ya bastantes cosas.

Luego, la relación que quiero establecer con el espectador es que quiero abrir la película a más espectadores, se podría decir que la voy a azucarar algo más sin llegar al edulcorado. Es más colorida como decías. La música es más amable.

Pero cuenta mucho…

Claro. Y además está puesta de una determinada manera. La música tal como está, cuenta, ayuda y, al mismo tiempo, muestra una personalidad.

Al final, así es como nace y se estructura la película.

Foto: Luis Tormo

Y ya por último, en el año 2009 la revista Encadenados cumplía su décimo aniversario. Y con motivo de esa celebración te envíanos un correo solicitando un artículo y tú nos enviaste el artículo que se titulaba ¡El cine ha muerto el cine! ¡Viva el cine! y en él escribías: “El audiovisual de gran consumo se irá dirigiendo cada vez más en torno a las series de televisión que serán consumidas a largo plazo en canales de Internet conectados directamente a pantallas de televisión domésticas de gran formato.” Vaticinaste lo que iba a ocurrir en el futuro cercano. ¿Cómo valoras el mundo de las series de televisión? ¿Te interesa?

No me interesa mucho. Me parece que es televisión. La televisión y el cine comparten aspectos superficiales; pueden compartir los mismos actores, pueden compartir exteriores, música, efectos especiales, incluso una manera de rodar.

Ese aspecto superficial o formal que es común yo lo pongo como si comparáramos un éxtasis y una aspirina; se parecen mucho, las dos son redondas, están formadas por productos químicos, se disuelven… Pero lo que difiere mucho es en el efecto que hacen en la persona; un éxtasis te produce una sensación de felicidad pero al final te está dañando, mientras que una aspirina te cura el dolor de cabeza. Pasa algo parecido entre la televisión y el cine.

La televisión es fundamentalmente una herramienta de control, de control social y de anestesia social. El cine, tal y como yo lo entiendo, no. Es justo lo opuesto. Es un elemento de consciencia social. Cuando uno está cansado de sus problemas ve la tele y se calma, y al día siguiente su vida sigue igual.

Una película, cuando es una experiencia fuerte, te cambia. A veces incluso te cambia la vida. Y a lo mejor cambias de trabajo. Es muy diferente. Lo que sí es cierto es que en lo superficial se pueden parecer y también, como se parecen, hay gente interesada en vender éxtasis haciendo ver que son aspirinas.

Escribe Luis Tormo

Con Jaime Rosales

Artículo publicado originalmente en Encadenados

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