Los primeros años de la década de los 80 del pasado siglo fueron el periodo en el que la música del Philip Glass alcanzó una mayor repercusión. El éxito de su composición para la banda sonora de Koyaanisqatsi, el documental dirigido por Godfrey Reggio, y la publicación de su disco Glassworks le permitió abandonar el restringido círculo de la vanguardia de la música clásica del XX.
La carrera de Philip Glass tuvo su punto de inflexión a raíz de su ópera experimental Einstein on the Beach (1976) con la que alcanzó el reconocimiento internacional, aunque a pesar de ello, el compositor tuvo que trabajar como taxista, fontanero o repartidor para sobrevivir económicamente, una situación que no se solventaría hasta el año 1978 con el encargo de la ópera Satyagraha (1978) que le permitió dedicarse plenamente a la música.
Su adscripción a la corriente minimalista, de la que ha terminado siendo unos de sus mayores representantes, suscitó gran controversia pues el uso de los mínimos recursos musicales repetidos ad infinitum hacia que la música fuera entendida como un mero ejercicio experimental. En realidad el nombre de Glass venía a completar la evolución de las vanguardias musicales que desde principios del siglo XX, al igual que en el resto de las artes, transformaron la corriente tradicional.

Alex Ross define describe perfectamente la historia del minimalismo: “Schoenberg inventó la serie dodecafónica; Webern encontró una quietud secreta en sus modelos; Cage y Feldman abandonaron la serie y acentuaron la quietud; Young ralentizó la serie y la volvió hipnótica; Riley atrajo los tonos largos hacia la tonalidad; Reich sistematizó el proceso y le dio profundidad de campo; Glass le dio el impulso motorizado”. (1)
Glass nunca se ha sentido cómodo con las etiquetas o sobre el concepto repetitivo de su música pues como él explica: «Tenía que encontrar una música que lograra captar la atención. Empecé por centrarme en el proceso en vez de hacerlo en el «argumento», un proceso basado en repeticiones y cambios. (…) Uno de los malentendidos más comunes respecto a mi música es que la misma simplemente se repite de manera constante, pero, de hecho, nunca se repite, porque, si así fuera, resultaría insoportable. Lo que la hacía agradable al oído eran precisamente los cambios.» (2)
La publicación del disco Glassworks contribuyó a acercar la música vanguardista de Glass a más personas simplemente por el hecho de ser editado por una compañía como CBS (2) entre cuyo plantel de artistas figuraban nombres tan populares como Frank Sinatra, Michael Jackson o Bruce Springsteen. No eran muchos los nombres asociados a la música clásica que firmaban contratos con las grandes compañías de distribución musical.
Por otra parte, al igual que ocurrió con la banda sonora de Koyaanisqatsi, una publicación pareja en el tiempo a Glassworks, frente a sus grandes composiciones operísticas o de gran formato, la reducción a un disco o CD permitía una mejor comercialización de su música.
El tema Opening, con el que se abre el disco, es una delicada composición para piano que se va repitiendo con las mínimas variaciones. La interpretación al piano corre a cargo de Michael Riesman –director musical de Glass y uno de sus colaboradores más importantes– y el patrón tiene un emocionante efecto envolvente. Su carácter evocador fue utilizado por el director Jim McBride en su película Breathless (Sin aliento, 1983), un remake de A bout de soufle de Godard, para definir el personaje de Valérie Kaprisky.
Prolongando la última nota de Opening comienza Floe con el corno en la que el Philip Glass Ensemble se emplea a fondo desplegando una estridencia repetitiva que termina imponiendo un ritmo contagioso. La pieza va ganando consistencia hasta que de pronto se detiene, volviendo a las notas del inicio, para volver a retomar con fuerza el leitmotiv.
Island vuelve a crear un ambiente reposado con una melodía de fondo que soporta las variaciones tonales. La sección de cuerdas adquiere protagonismo hasta que poco a poco el resto de instrumentos se unen en la composición.
Rubrick supone retomar el carácter más agresivo de Floe elaborando un mapa sonoro en el que se superponen varios instrumentos.
Façades es el equivalente a Island. Una composición que iba a formar parte de la banda sonora de Koyaanisqatsi y que encontró acomodo en Glassworks. Sobre la cuerda que va remitiendo la melodía se incorpora el saxo al que más adelante se unirá un segundo saxo.
El disco se cierra con Closing en el que volvemos a escuchar Opening con la incorporación del resto de instrumentos.
Glassworks funciona como una obra de cámara que debido a su formato se convierte en un trabajo imprescindible para iniciarse en el universo musical de Philip Glass pues reúne en unos pocos minutos los elementos característicos de su obra.
40 años después de su publicación Glassworks no ha perdido un ápice de su capacidad de provocar –un término unido a la música de Glass– emoción.
Escribe Luis Tormo
(1) Ross, Alex. El ruido eterno. Seix Barral, Barcelona, 2009.
(2) Glass, Philip. Palabras sin música. Malpaso ediciones, Barcelona, 2016.
(3) CBS terminó vendiendo en 1988 su división de discos a SONY, por lo que la música de Philip Glass pasó a formar parte del catálogo de ésta última.
Glassworks
01 Opening 6:25
02 Floe 5:59
03 Islands 7:48
04 Rubric 6:05
05 Façades 7:21
06 Closing 5:59
Créditos
Philip Glass, compositor
The Philip Glass Ensemble
Michael Riesman, director. Piano, piano eléctrico, sintetizador
Philip Glass, piano eléctrico
Jack Kripl, piccolo, saxo soprano, clarinete
Richard Peck, saxo tenor
Sharon Moe, corno
Larry Wechsler, corno
Linda Moss, viola
Maureen Gallagher, viola
Alfred Brown, viola
Julien Barber, viola
Lois Martin, viola
Seymour Barab, chelo
Frederick Zlotkin, chelo
John Abramowitz, chelo
Grábado en Green Street Recording, Inc., Nueva York, 1982