Otro cine
El cine de Chema García Ibarra necesita de la imprescindible colaboración del espectador. En primer lugar para que la elección estética teñida de amateurismo no impida acceder a su propuesta; y en segundo lugar porque el espectador es el que debe amplificar con su propia experiencia todo el universo especial que el director ilicitano construye con sus particulares imágenes.
El nombre de Chema García Ibarra obtuvo un primer reconocimiento con su cortometraje El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), un trabajo en blanco y negro de apenas siete minutos centrado en lo que su propio autor define como ciencia ficción doméstica y que obtuvo una gran repercusión en festivales de medio mundo, entre los que cabe destacar su inclusión en la Quincena de los Realizadores de Cannes, el premio Méliès de Oro al mejor cortometraje europeo y una nominación en Sundance.
A partir de ahí se suceden los cortos y los premios en festivales cinematográficos nacionales e internacionales con Protopartículas (2009), Misterio (2013), el mediometraje Uranes (2013), La disco resplandece (2016) y Leyenda dorada (2019), que codirige junto a Ion de Sosa (director de fotografía en Espíritu sagrado).
Piezas con las que Chema García va confeccionando una trayectoria que indaga en ese universo de la ciencia ficción o el misterio apegado a un espíritu independiente que remite al antiguo formato del Super-8 o 16mm —de hecho el director apuesta por el formato analógico frente al digital.
Espíritu sagrado es la culminación del estilo que García Ibarra ha ido elaborando a través de su carrera en el cortometraje de tal forma que nos encontramos con una reafirmación del modo de entender la creación cinematográfica de su director pues, además, para él no hay una distinción entre el corto y el largometraje.
La película se centra en una asociación de ufología en el que su líder muere de forma inesperada y una niña desaparece misteriosamente. El tío de la niña y su otra sobrina, gemela de la desaparecida, se verán involucrados en una aventura de ciencia ficción casera. Rodada en el barrio de Carrús de Elche, el filme parte del localismo de un entorno que el director conoce de primera mano para desplegar toda una singular temática que termina convirtiéndose en una mirada sociológica sobre las gentes que pueblan ese lugar.
Hogares modestos, una pequeña asociación, bares y mercados, el paisaje urbano de extrarradio y los personajes de un barrio trabajador es la materia prima con la que Chema García compone un pastiche que circula entre la naturalidad y el kitsch a través de un relato que, partiendo del misterio, se adentra en el terreno de la comedia y el drama cotidiano.
En esa continuidad estética mostrada en sus cortometrajes, la película adopta un estilo amateur que se salta los postulados del modo de representación clásico. El primer elemento que define esta apuesta es el uso de actores no profesionales que se ponen delante de la cámara rompiendo con el papel tradicional que se espera de quien encarna un personaje; de tal forma que se muestran actuaciones en la que parece se recitan los textos, hay equivocaciones o miradas frontales a la cámara.
Todo ello envuelto en un ejercicio formal basado en planos frontales en los apenas hay movimiento, con un atrezo que pone en valor a todos los objetos como fuente de información adicional que se suma a las localizaciones cotidianas del barrio.
El resultado nos traslada la sensación de encontrarnos ante un cine al margen de la corriente establecida cuyo efecto se acentúa por el uso del 16mm, la cadencia que alarga el tiempo de las escenas o el uso de la música —salvo en un par de ocasiones— únicamente cuando ésta tiene su origen en la propia escena (las canciones de la feria, en el coche, la música de la radio, etc.).
Aunque hay que advertir que esta apariencia amateur no significa que derive de una obra de escaso presupuesto. Espíritu sagrado es una coproducción que incluye a Francia y Turquía, participa Televisión Española o Movistar, recibe ayudas de diferentes instituciones públicas y el presupuesto ronda el millón y medio de euros.
Con todos estos elementos, Chema García Ibarra realiza una película es la que destaca la atmósfera de una crónica costumbrista, con un aire cercano al documental, de un grupo de personas que a pesar de su origen local —o precisamente por eso— terminan adquiriendo una consideración universal.
¿Cuáles son las creencias verdaderas? ¿Qué camino seguir entre tantas noticias y rumores? ¿Qué es real y qué pertenece al terreno de la fantasía? Estas son algunas de las cuestiones que subyacen en una película en la que cabe el relato de (falsas) creencias, los apuntes sociales apenas destacados pero que tienen calado (la madre que cuenta que le gustaría preocuparse de su hija desaparecida, pero tiene que trabajar o las escenas en la tele denunciando el trabajo precario de las mujeres del calzado) o el thriller sobre desaparecidos en una amalgama de géneros en los que saltamos de la comedia a la tragedia con una insólita libertad.
Para aquellos que quieran participar del juego que propone su director y guionista, Espíritu sagrado deja unas cuantas escenas que merecen la pena disfrutar, como el inicio con la niña leyendo un texto, la escena de la feria con la canción Zombie en versión de Los Sobraos o la terrible escena final con la televisión sin sonido en la que podemos leer el texto a través de los titulares impresos en la pantalla y que enlaza con el final del hinchable que se despliega ante nuestros ojos mientras suena el tema de Sacred Spirit.
Hay que reconocer en el cine de Chema García Ibarra el tesón y la valentía por construir un imaginario propio alejado del estándar habitual, un cine que destaca por su capacidad transgresora con un discurso al que conviene darle una oportunidad de ser visto, después cada persona ya decidirá si es un cine para apreciar o desestimar.
Escribe Luis Tormo
Título: Espíritu sagrado
País y año: España, 2021
Duración: 97 minutos
Dirección: Chema García Ibarra
Guion: Chema García Ibarra
Fotografía: Ion de Sosa
Reparto: Nacho Fernández, Llum Arques, Joanna Valverde, Rocío Ibáñez
Productora: Apellaniz & De Sosa, Jaibo Films, La Fabrica Nocturna Cinéma (Francia), Teferruat Film (Turquía)
Distribuidora: La Aventura Audiovisual
Artículo publicado originalmente en Encadenados