Es frecuente que en los debuts cinematográficos –y artísticos en general- la mirada autoral se dirija hacia terrenos conocidos pues ese dominio del contenido sobre el que se moldea la obra parece asegurar un mayor control del discurso narrativo. Pilar Palomero, con media decena de cortometrajes y una intensa labor tras las cámaras (operadora, directora de fotografía, montadora, etc.) aborda con su primer largometraje una historia en la que se puede encontrar ecos, referencias, de su propio pasado transmutados por la ficción.
Quizá esto sea la causa de uno de los primeros logros que transmite Las niñas (2020): la abrumadora sinceridad de las imágenes en la pantalla. La cámara, en un formato cuadrado que se adapta a los primeros planos que dominan gran parte de la película, se convierte en una herramienta que escruta, casi con una veracidad documental, los sentimientos de su protagonista, una niña que se encuentra en esa edad que transita entre la niñez y la adolescencia.
Situada a principios de los 90 en esa época de triunfalismo en el que la sociedad española intentaba desprenderse del lastre de una pasado a través de la organización de eventos que la situaban en el punto de vista mundial como las Olimpiadas de Barcelona o la Exposición Universal de Sevilla, la directora ubica a sus protagonistas en un círculo cerrado en el que el pasado continua amortiguando cualquier elemento que favorezca la modernización.
Celia (Andrea Fandos), vive con su madre, no tiene padre –parece que ha muerto- y acude a un centro religioso en el que las monjas ejercen su tarea educativa como si el tiempo no hubiera pasado; es significativa la escena en la que se proyecta en el colegio Marcelino, pan y vino, que nos remite a la España franquista mientras el referente de las niñas –la denominación paternalistas con la que las monjas califican al grupo de alumnas- fuera de los muros del colegio son los grupos del momento o la televisión de la época.
En este ambiente irrumpe Brisa –un nombre cargado de toda una simbología renovadora-, una adolescente, un poco más madura que Celia, y que le muestra un mundo exterior más allá del entorno claustrofóbico en el que se mueve ella (le descubre la música de nuevos grupos). De esta forma, a la natural curiosidad que despierta la llegada de la adolescencia y que abre toda una serie de interrogantes para esta niña que se está convirtiendo en mujer, se suma los inputs externos que supone el grupo de amigas y que tiene un efecto catalizador en Celia.
De repente aparece una rebeldía innata a la edad que trastoca el orden establecido hasta ese momento. Surgen las preguntas sobre su padre, se tensiona la relación con su madre, se acrecienta la confianza en el grupo de amigas pues son éstas las que adquieren ese papel formativo tan diferente a la religiosidad del colegio y que se traduce en las primeras experiencias a través de conversaciones sobre los preservativos, el primer cigarro, probar el alcohol o acudir a una discoteca a bailar.
Abandonar la sumisión inicial al orden familiar y educativo provoca que Celia tenga que transitar un camino doloroso que deja señales en su rostro. Por debajo de las conversaciones con los adultos o las conversaciones entre las amigas es la mirada de la niña la que transmite las verdaderas sensaciones. Un dolor que se acrecienta con el personaje de la madre en el que el espectador también intuye las dificultades que tiene precisamente por no haber seguido aquello que se esperaba de ella –tuvo a su hija sin estar casada, vive sola, no se relaciona con su familia más allá de llamadas esporádicas con su hermana- afrontando una vida difícil, teniendo que trabajar y atender a su hija en una imagen muy alejada de ese optimismo externo que tapiza la sociedad de la época.
Las niñas es esa clase de películas que parece no pasa nada pero que tras su visión termina dejando la sensación que hemos acompañado a unos personajes que partiendo de su situación personal, íntima, local, terminan siendo los referentes que permiten comprender la realidad de un tiempo, de un país, a través de sus dudas, de la falta de respuestas, como la escena en la que la madre intenta resolver las dudas de su hija y donde es incapaz de hablar, una escena que se resuelve con un sentido abrazo en silencio en la cama. No hay parlamento, no hay explicación de la madre, simplemente vemos la incapacidad personificada para relatar la dificultad de ser adulto y la comprensión por parte de la hija que comienza a asomarse a ese mundo de adultos.
Unos personajes que evolucionan y que cierran etapas en una película circular que comienza y termina de una forma similar. En la escena inicial, la clase ensaya una canción en silencio, gesticulando con la boca como si cantaran, luego la cantan de verdad salvo un grupo que la monja elige, en el que está Celia, que continuarán gesticulando, plano general y cuando va a comenzar la canción aparece el titulo de la película.
En la escena final, donde asistimos a la representación de esa canción ante los padres, Celia, ahora sí, canta con el resto. A lo largo de ese tiempo que nos ha mostrado la película, la protagonista ha adquirido su voz, su capacidad de hacerse visible, ya no está en silencio y por eso la película acaba con un primer plano sostenido de ella donde su rostro deja adivinar una suave sonrisa, apenas dibujada, y que termina abruptamente con el cartel del título de la película. Principio y fin.
Las niñas es una película que, sin estridencias, supone un retrato demoledor de una época a través del recorrido íntimo de una madre y una hija, con sus diferencias generacionales, con el lastre de una educación religiosa que se extiende más allá del colegio. Pilar Palomero retrata un universo femenino –madre, hija, amigas- que intenta alzarse y conseguir su identidad propia con unas interpretaciones prodigiosas de Andrea Fandos y Natalia de Molina.
Escribe Luis Tormo
Título: Las niñas
País y año: España, 2020
Duración: 97 minutos
Dirección: Pilar palomero
Guion: Pilar Palomero
Fotografía: Daniela Cajías
Música: Juan Carlos Naya
Reparto: Andrea Fandos, Natalia de Molina, Zoe Arnao, Julia Sierra, Francesca Piñón
Productora: Inicia Films, Bteam Pictures, Las Niñas Majicas A.I.E.
Distribuidora: BTeam Pictures