Caza al asesino (La position du tireur couché, 1981) fue la última novela de Jean-Patrick Manchette (1942-1995). A lo largo de algo más de una década, de principios de los 70 a principios de los 80 del pasado siglo, el escritor nacido en Marsella desarrolló una producción literaria en torno al género negro en el que la introducción de elementos de la realidad, con textos más politizados, dotaba a sus novelas de un aire de renovación respecto a la gran tradición francesa de novela policiaca.
Manchette cerró su ciclo literario con esta obra pues su ambición había sido siempre la de convertirse en guionista de cine, así que a partir de ese momento se dedicó a trabajar en proyectos cinematográficos mientras veía como sus obras eran adaptadas a la pantalla grande. De hecho, la reedición de Caza al asesino (Anagrama, 2015) tiene en su portada el rostro de Sean Penn, el protagonista de la última adaptación dirigida por Pierre Morel.
Es inevitable relacionar ese fin de ciclo relacionado con su escritura centrada en la novela negra con el argumento de su novela; un asesino profesional se retira después de años dedicado a realizar numerosos encargos para una oscura organización, en esa nueva etapa vuelve a sus orígenes para intentar retomar una historia de amor con una mujer casada a la que conoció siendo joven, para ello tendrá que afrontar numerosos obstáculos pues ese retiro no es aceptado por sus superiores. Parece que la necesidad de cerrar un exitoso y bien remunerado periodo profesional dedicado al asesinato del personaje protagonista de Caza al asesino está en consonancia con la ambicionada vuelta a los orígenes profesionales de Manchette en el mundo del cine.
La descripción del personaje del asesino, Martin Terrier, es aséptica, cercana a la forma conductiva, y aparece revestida de una capa de frialdad. Los crímenes, descritos de forma explícita, no dejan huella en el protagonista que considera el asesinato desde un punto de vista estrictamente profesional. Únicamente la búsqueda de un antiguo amor de juventud, ahora convertida en una aburguesa mujer casada, parece despertar en él sentimientos que transmiten cierta humanidad.
La trepidante acción se remite a patrones reconocibles como la dificultad de esas oscuras agencias estatales a dejar libre a sus empleados, la violencia que acompaña al protagonista y que se traduce en la muerte de las personas que lo rodean, la traición, y la oferta de un último y arriesgado trabajo como única vía para dejar atrás el pasado.

Pero lo más interesante de la novela de Manchette es todo aquello que gira alrededor del entramado exterior. Por un lado tenemos la descripción del mundo interior del personaje principal, aparentemente frío e inquebrantable pero que conforme avanza la novela va modelando esa apariencia para dejar paso a una fragilidad que se constata en la extraña relación que le une con la mujer de la que está enamorado y que le ofrece la esperanza de una vida futura; su transformación en la última parte de la novela con una hecho físico que implica la aceptación de la traición y que supone negar la realidad, hace que poco a poco, asomen los matices.
Ahora ya no es todo blanco o negro, y los grises ayudan a definir un personaje que termina en las antípodas de su presentación. No hay espacio para el lirismo o la heroicidad pues una realidad patética termina de apostillar una visión trágica de la vida. Manchette, siempre cerca del cine, asume aquí la visión del western crepuscular tan bien representando por la filmografía de Peckinpah con quien hay muchos puntos de contacto (mercenarios profesionales que se retiran, el uso de la violencia, la muerte siempre presente), aunque en la novela del francés no hay espacio para la redención.
Y por otro lado, muestra la realidad social y política. La pertenencia a una clase social inferior le impidió su historia de amor cuando era joven, por eso tuvo que partir y convertirse en un mercenario y posteriormente en asesino profesional para ganar el dinero suficiente que le permita retomar a su lugar de origen y conquistar a la mujer de la que estaba enamorado. Pero el clasismo se impone, la imagen de la joven amada se trasforma ahora en una burguesa egoísta, el dinero desaparecerá y la vida del protagonista terminará en un recorrido circular en una vida cercana a la que le espera a alguien sin recursos. De esta forma, el camino emprendido por Terrier termina siendo infructuoso.
La situación política también tiene su protagonismo pero no tanto como el retrato de investigación periodística de las actividades oscuras del Estado sino como una parte más del pesimismo inherente en la novela. No hay personajes positivos. Terrier es el ejecutor físico pero sus actuaciones están dictadas por toda la cadena de mando. De esta forma el entramado que describe Manchette –y esto sí es recurrente en la novela negra– muestra una sociedad podrida.
La edición de Anagrama incorpora un excelente prólogo de Carlos Zanón que sitúa y analiza la novela dentro de la obra de Manchette y el contexto social y político; y como todos los buenos prólogos, es mejor dejar para el final tras la lectura de la novela.
Una lectura muy recomendable y con un discurso que mantiene su vigencia universal tras casi 40 años de su publicación.

Las adaptaciones cinematográficas
Caza al asesino no ha tenido suerte en cuanto a las adaptaciones cinematográficas. La primera se realizó en 1982, tras la publicación de la novela, titulada Le choc fue dirigida por Robin Davis y protagonizada por Alain Delon (que participa también en la escritura del guión y codirige el filme) y Catherine Deneuve.
Delon reunía todas las características para llevar a buen puerto la adaptación pues hay que recordar su acertada actuación en El silencio de un hombre (Le samurái, Jean-Pierre Melville, 1967) en la que tenía muchos puntos de contacto con el personaje creado por Manchette, pero la película se queda únicamente en la parte externa y traiciona absolutamente el espíritu de la novela. Y no fue la única aproximación al universo de Manchette pues Alain Delon ya había participado en películas basadas en las novelas del escritor francés como El derecho a matar (1980) o Por la piel de un policía (1981).
La siguiente adaptación ha sido Caza al asesino (The gunman, 2015). Todavía peor que Le choc, la película utiliza el argumento simplemente para enlazar escenas de acción alejadas de cualquier referencia al original. Si el filme protagonizado por Delon todavía tenía interés como película perteneciente al género policiaco, Caza al asesino ni siquiera funciona como un filme independiente de su origen literario. Ambientada en múltiples localizaciones, incluye una escena final increible rodada en una plaza de toros.
Escribe Luis Tormo
Título: Caza al asesino
Título original: La position du tireur couché (Éditions Gallimard, 1981)
Autor: Jean-Patrick Manchette
Editorial Anagrama
Colección Panorama de Narrativas
Traducción: Joaquín Jordá
ISBN: 978-84-339-7927-8
EAN: 9788433979278
Número de páginas: 192
Fecha de publicación: 20 de mayo de 2015