Empieza la fiesta

A la segunda o tercera canción Amaia, dirigiéndose al público, comentó que estaba acalorada, que terminaba de ducharse y que venía corriendo del hotel. Esto que puede parecer un comentario absolutamente intrascendente tiene su explicación. Minutos antes de empezar el concierto me llegó un mensaje de WhatsApp de una persona conocida que me decía: “El concierto de Amaia no empezará a la hora. La acabo de ver andando por el puente de Monteolivete, sola, dirigiéndose al concierto.”

Efectivamente, Amaia llegó andando, cruzó uno de los puentes que atraviesa la Ciudad de las Artes y las Ciencias y entró por el acceso de las acreditaciones normales del Festival seguida de un grupo ingente de fans. Nada de coches o furgonetas con cristales tintados y acceso especial; andando, o mejor dicho, corriendo porque faltaba poco para la hora de inicio del concierto.

Esta anécdota sirve para ilustrar el concierto que vimos en el Festival de les Arts de la cantante navarra. Un concierto en el que la artista muestra su inocencia y fragilidad en un momento que sabemos pasará muy pronto. Asistir a un concierto de Amaia Romero supone poder contemplar a una artista justo antes de que se termine de foguear, moldear o adaptar al profesionalismo absoluto.

Las circunstancias no eran las más favorables. Las canciones que presentó forman parte de un disco, producido por Raul Refree, que saldrá en septiembre y constituyen un repertorio más propio de un teatro o de un recinto más íntimo, y no tanto de un entorno como el de un gran festival de música. A ello se une la hora, las siete de la tarde, todavía temprana para un evento de estas características. Sin embargo, la sensación de asistir al nacimiento de una artista que está buscando su camino musical es lo que facilita superar esas primeras reticencias o desventajas.

Desde el primer tema Nadie podría hacerlo, el single que se publicará el 21 de junio, interpretado desde el piano, ya consigue dominar el escenario y al público con una afinación perfecta y una sentida interpretación. A partir de ahí, entre el piano y la guitarra, acompañada de un grupo que se adapta al estilo de sus composiciones, con arreglos muy sencillos que adornan la melodía de las canciones y que suelen entrar a partir de una primera introducción realizada en solitario por la cantante.

Junto a las canciones que formarán parte del nuevo álbum pudimos oír algunas versiones como Medio drogados de Los fresones rebeldes o Ahora te puedes marchar de Luis Miguel; las canciones más animadas en las que Amaia se salta el guión de su interpretación más comedida para corretear y saltar por el escenario. Versiones que es capaz de llevar a su terreno aportando cierta frescura al original.

Los temas más coreados por el público, casi tratados a nivel de himno, fueron Perdona (ahora sí que sí), su colaboración con Carolina Durante; y el tema final, el single ya publicado El relámpago.

Con una duración de apenas una hora, con muy poco diálogo entre tema y tema, la sensación es la de asistir al nacimiento de una futura carrera, en el que abandona la parte más mediática (Operación Triunfo, Amaia de España, Eurovisión, etc.), vemos claramente la búsqueda de un terreno creativo en el que se sienta cómoda, un espacio propio en el que sus composiciones se hagan un hueco. Y, por lo que hemos escuchado y visto, parece que lo ha encontrado en esa frontera entre el pop y el indie suave, con unas letras que son pequeños relatos, historias sencillas donde tiene cabida el amor y el desamor.

Festival de les Arts, 7 de junio de 2019

Fotos y texto: Luis Tormo