Iconografía de un ritual ancestral
El agua (2021), el primer largometraje escrito y dirigido por Elena López Riera, construía una historia donde el peso de lo ritual, de la tradición, marcaba a varias generaciones de mujeres. La película jugaba con el localismo para establecer un discurso universal conjugando realidad y ficción; esa realidad era introducida por las imágenes captadas de la inundación de la Vega Baja y por una serie de entrevistas que se realizaban a mujeres que hablaban sobre la leyenda del agua, un elemento omnipresente a lo largo de toda la película.
Del uso ocasional de la entrevista en su filme anterior, ahora, en Las novias del sur, este recurso adquiere un protagonismo central pues toda la película se articula en torno a media decena de mujeres que exponen sus vivencias frente a la cámara. Si el cine de la directora oriolana siempre ha partido de su experiencia cercana, su último mediometraje deja bien claro desde el inicio que este trabajo refuerza el punto de vista de la directora para transmitirnos su realidad.
Las novias del sur, estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes de 2024 –donde obtuvo la Queer Palm– comienza con unos insertos de la fotografía de la madre de Elena López Riera. El pelo, un pendiente, un ojo, la sonrisa congelada. Fragmentos correspondientes a la fotografía de boda del día que se casó su madre; fragmentos de una imagen acompañada por la voz en off de la propia directora en la que reflexiona sobre la edad en que se casó su madre en relación con ella.
Una voz que comienza a tejer el discurso sobre el peso de la herencia recibida como mujer (hija, madre); una herencia que se materializa con la presencia de una serie de rituales, de costumbres, mantenidos de una generación a otra a través de la continuidad de las tradiciones, de aquello que se inculca desde niña y que traza un camino asentado en aquello que la sociedad de esa niña, de esa adolescente, de esa mujer, con conceptos como el amor, el sexo, la familia o la maternidad.
El documental se plantea, a través del testimonio de seis mujeres de generaciones pasadas, desvelar una intimidad siempre escondida, siempre acallada. Reconstruir un relato fragmentado a través de diferentes fragmentos audiovisuales que terminan generando un discurso que enhebra las diferentes individualidades en torno a elementos comunes de un ritual relacionado con el amor tradicional.
Elena López Riera sitúa la cámara fija frente a las mujeres dando el protagonismo a esas mujeres que pertenecen a la generación de su madre. La mirada estática sobre las protagonistas parece buscar cierta objetividad antropológica, aunque el hecho de no forzar el movimiento, no significa que la directora –siempre presente guiando la entrevista con la voz en off– no elabore subjetivamente su discurso para intentar entender a su madre y a ella misma.
Con la cercanía que aporta el uso del primer plano sostenido, el grupo de mujeres –cuyas edades oscila entre los 60 y los 103 años– se teje una conversación en torno a la idea romántica del matrimonio, la liturgia de la ceremonia que significa el tránsito a la vida adulta y la pérdida de la virginidad como experiencia generacional (escenificada a través de símbolos icónicos como el vestido blanco), la vida como mujer casada asociada a la supuesta felicidad, la asunción de la maternidad como un elemento sustancial de la vida de una mujer, la relación con el hombre que supuestamente se presentaba como la persona ideal con quien compartir la vida, la experiencia –satisfactoria o no– con el sexo.
El rostro escrutado por el objetivo de la cámara que refleja el paso del tiempo y que retrotrae a estas mujeres a un momento crucial de sus vidas (la boda, el primer amor); una cámara que capta las expresiones de los ojos que traducen la nostalgia, la alegría o el dolor de un tiempo vivido. Todo ello con la palabra como correa transmisora de los pensamientos pero también enfrentada, en ocasiones a la presencia del silencio incómodo.
Testimonios orales que certifican el sometimiento a la tradición de generaciones y generaciones de mujeres ante el papel que se espera de ellas en la vida. Un ritual asumido y que, escuchado en las voces de estas mujeres, desvela la fortaleza de una herencia trasmitida en la que se atisba la derrota y los sinsabores que han permanecido enterrados en la memoria.
Una amargura que hunde su raíz en las expectativas generadas alrededor de la idea de la existencia del amor romántico, del amor ideal que emana a partir del ritual del matrimonio. Una imaginería que la realidad se encarga de contradecir como atestiguan los comentarios de muchas de estas mujeres cuando hablan de la insatisfacción y el desengaño. Una infelicidad expuesta a través de las confesiones que surgen sobre el aborto, la perdida de la virginidad con anterioridad al matrimonio y la necesidad de ocultar ese hecho, la tristeza al constatar desde la primera noche la falta de ese amor románico, la insatisfacción ante el sexo, etc.
Elena López Riera refuerza este interrogante sobre la insatisfacción mediante la inserción del material audiovisual generado en la ceremonia matrimonial. Partiendo de esa imagen fragmentada de la foto de su madre el día de su boda, se juega con la repetición de esas fotografías y videos de diferentes mujeres. El inserto, la ralentización, la insistencia en la repetición de los elementos comunes –la sonrisa forzada, el gesto de inquietud o miedo, el vestido, el baile, cortar la tarta– persigue, desde esa aceptada iconología ancestral, desvelar todo el peso de una tradición católica y la educación machista que recae una apropiación del cuerpo femenino, de hecho, el ritual de la boda no deja de ser una exaltación de la (perdida) de la virginidad.
Con Las novias del sur, Elena López Riera se interroga sobre la herencia generacional recibida a través de un filme en el que se desnuda emocionalmente para cuestionar la persistencia del amor romántico –y todo lo que eso conlleva– desde su realidad, desde su vivencia, desde su punto de vista personal como hija pero también como mujer que pertenece a otra generación. Es la percepción de la ruptura con esa continuidad que hunde sus raíces en el pasado, al ser consciente (con la ausencia de un matrimonio o de la maternidad) de que no sigue el trazo marcado.
El valor del trabajo de la directora de El agua es que, desde esa especificidad propia, que no esconde ni renuncia, es capaz de recoger un sentimiento común de mujeres que se interroga y cuestiona sobre una imaginario cercano, sobre un relato visto y escuchado, que ahora, en el presente, les es ajeno. Las novias del sur es un retrato generacional de las mujeres de una época pero, sobre todo, refleja el peso, con todas sus contradicciones, de la silenciosa herencia transmitida de madres a hijas y que Elena López Riera es capaz de verbalizar en imágenes.
Escribe Luis Tormo
Título: Las novias del sur
País y año: España, 2024
Duración: 40 minutos
Dirección: Elena López Riera
Guion: Elena López Riera
Fotografía: Elena López Riera, Alba Cros, Agnès Piqué Corbera
Productora: SUICA Films, Alina Film
Distribuidora: Vitrine Films
Artículo publicado originalmente en Encadenados

