Crítica de Civil War

El futuro ya está aquí

El cine de Alex Garland se mueve en el terreno de la ciencia ficción o el relato distópico, presentando un futuro amenazante que deja más incógnitas que respuestas. Siguiendo esta línea, Civil War (2024) tiene su caldo de cultivo en el ambiente de tensión política y social de los Estados Unidos y que se resume en la icónica imagen del asalto al Capitolio en 2021 por simpatizantes del presidente saliente tras las elecciones en las que Joe Biden resultó elegido. Ese contexto histórico, presente en el imaginario colectivo, sirve de marco referencial para la película, aunque el director británico no entra en el análisis de la situación que origina todos los acontecimientos que se narran en su último filme.

Consciente de que todo el mundo tiene claro el terreno en el que nos movemos, con una tensión política que va más allá del debate entre republicanos y demócratas; Garland sitúa la acción en la fase final de una hipotética segunda guerra civil estadounidense, con las tropas rebeldes cercando la capital, aunque su interés se dirige hacia la descripción de un viaje que muestra las consecuencias del enfrentamiento, y no tanto el origen del enfrentamiento o de quién lleva la razón, aunque la película deja caer algunas pistas como ese tercer mandato del presidente en el poder, una situación prohibida por la constitución americana.

En esa sangrienta guerra civil, un equipo de periodistas y fotógrafos de guerra emprenden un peligroso viaje en dirección a Washington. El sarcástico Joel (Wagner Moura) debe entrevistar al presidente de los Estados Unidos antes de que acaben con él y obtener las imágenes del asalto final; le acompaña Lee (Kirsten Dunst), una reputada fotógrafa de guerra curtida en mil batallas. A este grupo se suma un viejo veterano del periodismo (Stephen McKinley Henderson) y Jessie (Cailee Spaeny ) una joven fotógrafa sin apenas experiencia.

Kirsten Dunst y Cailee Spaeny en Civil War. Foto: DeAPlaneta

La elección de los periodistas como protagonistas se sitúa en el eje central de Civil War al residir en la prensa la capacidad de testimoniar lo que está pasando. Y dentro de ese grupo cobra particular interés la presencia de las dos fotoperiodistas que intensifica el deseo de reflejar lo que está ocurriendo en imágenes, de plasmar –en el caso de Jessie con fotografía analógica– los acontecimientos a través de ese viaje iniciático por los horrores de la guerra.

El discurso que propone Civil War viene expuesto a través de las palabras que Lee, desde la atalaya que le proporciona su experimentada trayectoria, dirige a la joven novata. Unas palabras en las que Lee expone el propósito de su trabajo: captar las imágenes para que sean otros los que las utilicen para el debate, para la investigación; es decir, defiende la postura en la que hay que intentar aplicar la mayor objetividad, sin que los sentimientos personales interfieran el trabajo.

La aproximación a este futuro distópico recuerda al formato derivado de las películas apocalípticas del género de zombi –Alex Garland fue guionista de 28 días después­– con esas imágenes de carreteras atascadas por coches abandonados que obliga a circular por carreteras secundarios que no sumergen en un entorno rural donde los protagonistas van sorteando los peligros hasta llegar a su destino.

Una carrera de obstáculos que nos va dejando un mundo fragmentado de horrores con lo peor del ser humano explicitado en una serie de escenas que se organizan como compartimentos estancos (el asalto a un edificio en el que los periodistas acompañan a los rebeldes, el pequeño pueblo que parece un oasis de paz, los pueblerinos que mantienen rehenes y torturan a dos hombres, unos milicianos extremistas y una fosa de cadáveres, etc.) pero que terminan conformando el caótico retrato de una sociedad destruida.

En esta guerra sin cuartel donde apenas somos capaces de distinguir los bandos que se enfrentan, la reflexión crece en torno a ese pequeño corpúsculo formado por los cuatro protagonistas, los dos periodistas y las dos fotógrafas. Un grupo que, desde los diferentes puntos que conforman, plasman la catadura moral de una sociedad en lucha. En ese microcosmos que se desplaza por las carreteras devastadas germinará el egoísmo y la falta de ética representado por la madurez de Lee frente al hambre de reconocimiento que prioriza la consecución de la fotografía frente a otros valores.

Cailee Spaeny en Civil War. Foto: DeAPlaneta

A través de esa intersección que forman la experiencia de la madurez y el atrevimiento de la juventud, se desliza la reflexión sobre lo que está bien y lo que está mal. Como en toda road movie, los personajes evolucionarán y terminarán mostrando su verdadera cara; siempre a través del ejercicio de la profesión periodística, Garland dejará claro la postura. No todo vale y pese a la experiencia de Lee, ésta eliminará la foto del viejo periodista de su cámara, mientras Jessie, más tarde, tomará una decisión muy diferente.

Podría parecer que la introducción de la ética periodística en este contexto es un subtema menor ante la denuncia antibelicista, pero la reflexión sobre el papel del periodismo es capital porque la manipulación de los medios, las fake news, la distorsión informativa, la falta de ética y la amplificación del mensaje populista, sí está estrechamente vinculada con la tensión y el enfrentamiento en la sociedad contemporánea norteamericana y en el resto de sociedades occidentales. De hecho, una de las escenas más impactantes, la protagonizada por Jesse Plemons, tiene que ver con la difusión de los mensajes populistas sobre la culpabilidad del extranjero, de las personas que vienen allende las fronteras y de quién es –o no es– un buen americano.

De esta forma, entre el engranaje narrativo del viaje que les lleva de New York a Washington, asoma el discurso de Garland. Al final, la guerra no es más que el contexto donde el enfrentamiento es la consecuencia final de una serie de actos que permanecen fuera de campo. De hecho, hasta la parte final en Washington no estaremos plenamente inmersos en un filme bélico; incluso hay decisiones técnicas como la elección del formato de pantalla que indican desde el principio que la importancia no reside en la filmación del espectáculo bélico. Una guerra muy bien filmada -que provoca tensión con el sonido y el montaje- aunque a Garland lo que le interesa destacar es el conflicto interno que provoca la guerra, de ahí ese formato de pantalla de 1:85 que parece encapsular a los protagonistas y que deriva la película más hacia el drama que hacia el espectáculo.

El mensaje final de Civil War destila un considerable pesimismo respecto a la consideración de lo que somos como sociedad, del camino hacia el que nos dirigimos. La fotografía final, esa instantánea en blanco y negro, deja en el aire las incógnitas sobre el futuro y certifica la escasa confianza en el ser humano. Por debajo de un filme antibelicista toma en consideración la tesis de que el conflicto es únicamente la consecuencia de otras actuaciones que se han tomado con anterioridad como la falta de comunicación, la intoxicación informativa y la política de enfrentamiento populista. Nunca el futuro distópico de Garland ha estado tan cerca de la realidad.

Escribe Luis Tormo

Título: Civil War
País y año: EE.UU, 2024
Duración: 109 min.
Dirección: Alex Garland
Guion: Alex Garland
Fotografía: Rob Hardy
Música: Geoff Barrow, Ben Salisbury
Reparto: Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stephen Henderson, Jesse Plemons
Productora: A24, DNA Films, IPR.VC
Distribuidora: DeAPlaneta

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