La habitación del hijo (La stanza del figlio, 2001) de Nanni Moretti

El cine de Nanni Moretti siempre ha tenido un tono autobiográfico. Unas veces más reconocible que otras, sus vivencias personales han dejado huella en su trabajo como cineasta. La película con la que se dio a conocer de forma masiva –tras más de 20 años de hacer cine– fue Caro diario (Querido diario, 1993), en el que el personaje era él mismo y donde unas de las tres historias se centraba en su experiencia con el cáncer que le detectaron. Aprile (Ábril, 1998), su siguiente película volvía a repetir la fórmula de Caro diario reflejando la historia de un cineasta que va a ser padre. Mia Madre (2015) tiene su origen en la muerte de su madre.

El cineasta italiano escribió el argumento de La stanza del figlio (La habitación del hijo, 2001) tras realizar Caro Diario. Pero en ese momento estaba esperando el nacimiento de su hijo y no le pareció apropiado desarrollar el argumento. Tras realizar Aprile volvió a trabajar ese esbozo de argumento, es bien cierto que en este caso afortunadamente no fue biográfico, pero a Moretti le preocupaba la pérdida de los seres queridos, una circunstancia que según él se incrementa con el paso de los años. Con un tratamiento en el que ya se encontraba la figura del psicoanalista y la estructura familiar, Moretti incorpora a  Heidrun Schleef y Linda Ferri como coguionistas, para confeccionar el guion definitivo.

La elección del personaje de Giovanni (Nanni Moretti), un psicoanalista,  no es baladí. El protagonista es un hombre acostumbrado a escuchar los problemas de los demás, su desempeño laboral consiste en sanar a aquellos que sufren desde la racionalidad de la ciencia psiquiátrica. Giovanni es un padre y un marido con una existencia normal, incluso aburrida, con una vida calculada y medida, y donde cualquier acontecimiento le causa extrañeza –se sorprende como un niño cuando ve pasar al grupo de los Hare Krishna–  precisamente por romper con la rutina. Durante el primer tercio de la película Moretti nos ha mostrado una familia de clase media que vive con normalidad una existencia rutinaria; con sus alegrías y sus pequeños problemas –el hijo es acusado de un robo en el instituto– donde la vida discurre sin apenas sobresaltos.

NanniMoratti, Jasmine Trinca y Laura Morante en La habitación del hijo

Esa normalidad salta por los aires por la muerte del hijo en un accidente de buceo. Cuando Giovanni y su familia se encuentren de golpe con la tragedia, su esquema racional salta por los aires incapaz de abarcar el terremoto emocional que sacude violentamente la estabilidad de una familia donde todo parecía enfocado. De repente, la rutina familiar es sustituida por la rutina de la muerte y cada miembro reaccionara de una forma diferente. A partir de ese momento la descripción del dolor que Moretti nos va relatando a modo de triste diario, sin grandes aspavientos, hace que asistimos al despliego de los diferentes recursos que intentan comprender aquello que es incomprensible, solucionar aquello que no tiene solución.

No vale apelar a la racionalidad, al hecho de intentar comprender el porqué. Giovanni investiga el posible fallo del equipo de buceo pero no hay nada que pueda explicar lo que pasó; tampoco es válido el recurso de acudir a las creencias religiosas que remarcan el destino que cada persona tiene asignado –son significativas la escena de la iglesia mientras se celebra la misa o de cómo Giovanni rompe la taza visiblemente enfadado–. Ni siquiera la autocompasión o el sentimiento de culpabilidad, con las escenas donde el padre se imagina que no acude en ayuda del paciente y así salva la vida de su hijo, sirven para aportar consuelo. El estilo de Moretti es reconocible a través de una cámara que se pega literalmente al personaje de Giovanni siguiéndole con travellings y panorámicas.

Dado que no hay posibilidad de comprensión ya que el suceso acontece fruto del infortunio. El director italiano lo explica de forma nítida a través de una serie de escenas. Mientras el hijo acude a la playa y se prepara para bucear, el resto de la familia está expuesta a pequeños acontecimientos que hubieran podido ser susceptibles de ocasionar una tragedia; la hija va con un grupo de amigos en moto jugando por la carretera de una forma imprudente o Giovanni conduce distraído mirando una nota con la dirección del paciente al que tiene que visitar mientras un camión le pita avisándole de su distracción. Todo el mundo parece estar expuesto al peligro y son unos pequeños detalles que se escapan a la comprensión racional los que desencadenan el drama.

Sin más salida que la aceptación, La habitación del hijo procede a realizar una descripción cotidiana de la rutina tras la desaparición del ser querido mientras la muerte empapa la vida dejando visible la descomposición familiar: el matrimonio termina durmiendo cada uno en una habitación o el momento de la comida o la cena que con anterioridad se mostraba como el nexo de unión de la familia, ahora ha dejado de existir, de ahí la escena en la que Giovanni prepara la cena para la familia mientras la mujer decido quedarse en el trabajo y la hija prefiere tomar una copa con una amiga, dejando a Giovanni solo, en la cocina, comiendo un trozo de queso. La fragmentación familiar hace que cada miembro asuma de forma diferente el duelo,  enfrentándose a la pérdida desde una vivencia íntima e individual.

Nanni Moratti y Laura Morante en La habitación del hijo

El guion marca una estructura basada en la introducción de un elemento clave que hace avanzar el relato en cada tercio. En el primero es la tragedia de la muerte del hijo, en el segundo tercio tenemos la aparición de una carta que llega al domicilio familiar, y el tercero, la asunción de la muerte del hijo.  La introducción del personaje de Arianna –significativo nombre–, una chica que se relacionó un verano con su hijo y que aparece en sus vidas a través de una carta que llega al buzón de la casa, supondrá para la madre la (im)posibilidad de continuar manteniendo un contacto con su hijo, por lo que intenta conocerla.

Cuando en la parte final, Arianna –que viene acompañada de otro chico– conoce a la familia, aporta a la familia aspectos nuevos de la vida de Andreas que ellos desconocían (la propia relación con la chica, unas fotos en su habitación), aunque su presencia sirve para certificar un aspecto doloroso: la necesidad de reconocer la muerte del hijo pues cuando Arianna se va, termina de romperse el último nexo de unión con su hijo.

Pero en realidad, Arianna no se va. La familia deja a Arianna y a su amigo en una gasolinera para que hagan auto-stop y no los recoge nadie–, por lo que es la propia familia la que tiene que llevarlos en coche hasta la frontera de Italia donde cogerán un autobús, es decir, son ellos los que deben alejar a la persona que les recuerda a su hijo. Un plano subjetivo de la mirada de Arianna mientras el autobús se va, encuadra a los tres miembros de la familia que andan por la playa hacia la orilla, separados unos de otros. Es el momento más sobrecogedor de este film pues aúna en un breve momento de tiempo todo el dolor acumulado de una familia destrozada.

Ese plano en la playa compone un final abierto, con un frágil equilibrio entre el hundimiento y un brote esperanzador, mientras de fondo oímos la melancólica canción By this river de Brian Eno –que ya había sonado con anterioridad en la escena de la tienda de discos– mientras el padre, la madre y la hija miran hacia el mar afrontando lo que tiene que ser una nueva vida. Si en la primera parte de la película la canción interpretada por Caterina Caselli servía para unir a la familia en el coche, ahora, la canción de Brian Eno resume la tristeza de cada uno de los miembros de la familia. El dolor persiste pero el hecho de que la familia emprenda el viaje para dejar a Arianna y su amigo en la frontera, supone movimiento, supone salir de la casa y enfrentarse al exterior, de hecho, por primera vez serán capaces de reírse.

La habitación del hijo no da soluciones, no hay discursos grandilocuentes sobre la muerte; por no haber, no hay casi ni lágrimas. Solo la descripción del dolor ocasionada por la pérdida de un hijo narrada a través de un estilo austero, depurado, introspectivo, con el que se consigue transmitir la emoción de los sentimientos.

La película obtendría la Palma de Oro en la 54 edición del Festival de Cine de Cannes y consagraría definitivamente la carrera de Nanni Moretti como uno de los grandes autores italianos.

Escribe Luis Tormo

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