Entrevista con María Ripoll e Inma Cuesta a propósito de Vivir dos veces

 

Dentro del drama hay espacio para la comedia

La directora María Ripoll (No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, Ahora o nunca, Rastros de sándalo, etc.) estrena su nueva trabajo, Vivir dos veces, una película protagonizada por Oscar Martínez, Inma Cuesta, Mafalda Carbonell y Nacho López.

Rodada a lo largo de siete semanas en la Comunitat Valenciana, el filme es una reflexión sobre la memoria a través de una historia en la que Emilio (Óscar Martínez), su hija Julia (Inma Cuesta) y su nieta Blanca (Mafalda Carbonell) emprenden un viaje para ayudar a Emilio a encontrar a su amor de juventud antes de que pierda la memoria definitivamente.

Dentro de los Preestrenos de Cine Español del Festival de Cine Antonio Ferrandis, organizado por el Ayuntamiento de Paterna y los cines Kinépolis —que tienen como objetivo consolidar la conexión entre Valencia y los principales nombres que integran el cine español a través de preestrenos y presentaciones especiales—, se realizó el preestreno de Vivir dos veces.

Para acompañar la presentación de la película tuvimos ocasión de entrevistar a la directora en el junket con María Ripoll y a la protagonista, Inma Cuesta, y también se añadió al final la guionista del filme, María Mínguez, para aportar su visión sobre el sentido del filme.

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La película tiene una estructura de road-movie, en su parte externa, pero también es a su vez un viaje interior, emocional.

María Ripoll: Sí, es un viaje físico y emocional de los personajes, de la familia, una familia un poco disfuncional que busca la felicidad y cada uno de los tres protagonistas hace un cambio, una evolución. Emilio por causa o culpa de la enfermedad abre sus estructuras más rígidas de su mundo masculino, enseñado a comportarse sin mostrar mucho los sentimientos, a no decir «te quiero» a la hija o sin querer necesitar a nadie y termina abrazando a la hija; Julia, por su parte, cree que ha hecho lo que debía hacer en su vida y se da cuenta de que eso no le funciona y que puede ser capaz de cambiar las cosas y que tome otro rumbo su vida, liberándose; y de alguna manera, Blanca, la niña, levanta la cabeza respecto del móvil y descubre un abuelo del que puede aprender cosas. Esto es la parte que más me gustó del guión de María Mínguez. Este concepto de que antes de que Emilio olvide todo, quiere recordar.

Ahora que nombras el guión, ¿cómo has gestionado el paso del papel a las imágenes?

María Ripoll: Es todo un proceso en el que estuvimos más de dos años con el productor Gustavo Ferrada. En este sentido quiero destacar la importancia de tener un buen productor que nos ha aceptado las sugerencias, los cambios, en la reescritura del guión con María, conmigo y con él. Y posteriormente al llevar adelante el proyecto con los actores. Siempre digo que un director no es nadie sin un buen guión, sin los actores, sin una buena música. Al tener la suerte de poder trabajar con Inma, con Oscar y después encontrar a Mafalda, pudimos realizar los ensayos necesarios.

Y también hay que destacar que Valencia es muy cinematográfica. Todo lo que veía me gustaba, encontramos parajes que no conocía que me parecieron muy adecuados para la película. La luz, la originalidad de las localizaciones y la gente.

Inma, ¿y tú cómo has trabajado tu personaje para mostrar esa transformación?

Inma Cuesta: Yo llegué a esta película por la insistencia de María. Al principio no lo veía muy claro porque el personaje de la hija era mucho más mayor, diecisiete años, y es algo que yo no veía. Entonces ella [María Ripoll] buscó la manera y apareció Mafalda Carbonell. Volví a releer el guión y encontré el lugar para componer el personaje.

Lo más complicado es encontrar el tono de la película porque es una dramedia [drama y comedia] y el tono entre la comedia y el peso dramático de la película era complicado de equilibrar y creo que hicimos un buen equipo. María siempre estaba abierta a las propuestas que le hacíamos, ensayábamos, a veces estábamos de acuerdo, otras no, pero siempre encontrábamos un punto de encuentro.

Y es verdad que no siempre pasa que escuchen tu propuesta, pero aquí siempre había un espacio para probarlo y decidir si valía o no. Y así fue como fui encontrando el personaje de Julia, en el que se da un arco precioso. Y luego, evidentemente, tener a Oscar Martínez, a Mafalda y a Nacho, todos hicimos muy buen equipo. Ahí María tuvo el ojo de encontrar el equilibrio de la familia porque el reparto es importantísimo para que todo encaje bien.

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Dentro del drama hay espacio para la esperanza.

Inma: Dentro del drama hay espacio para la comedia también. En esta película está clarísimo y en la vida en general. Ante cualquier situación dramática siempre hay un lugar, una puerta de emergencia, un momento para reírte de ti mismo. Mi abuela decía que «no había boda sin llanto ni funeral sin risa».

María: Es el tono de la película. Se habla de un tema muy serio que afecta a muchas familias, dramas cotidianos importantes, pero lo hemos intentando hablar con pinceladas de humor, pinceladas de esperanza pues es una película que habla de segundas oportunidades.

¿Cómo llegaron el resto de actores a la producción?

María: Con María Minguez y yo tras el guión dijimos: «Oscar Martínez» Acabábamos de ver El ciudadano ilustre. Gustavo comentó que sería complicado, pero lo intentamos. Hicimos un skype él y yo y cuando colgamos me puso un mensaje diciéndome que era como si me conociera toda la vida y realmente ha sido una conexión total. Con Inma yo lo he explicado. Y Mafalda a través de una prueba, hicimos una improvisación con Inma y con Nacho y lo decidimos inmediatamente.

Y quiero resaltar el papel de los secundarios valencianos donde cada uno de ellos tiene unas pequeñas partes que son muy importantes como Amparo Oltra, María Zamora, Antonio Valero, etc.

¿Cómo fue el proceso de creación del personaje de Oscar Martínez?

María: No lo complicamos mucho. Hicimos tres fases. La primera fase, la negación; la segunda fase la del proceso y la tercera la del alzhéimer. Es un actor que no es muy de método, complicado, él lo siente; lo siente como sentía la conexión con Inma Costa o con Mafalda.

Es de los actores que yo disfruto más por una tontería, pero que importa mucho a los directores, y es que cada toma que yo le decía «y si cambiamos…», contestaba «gracias, María». Es una persona que tiene muchas películas pero que se implica con mucha seriedad, muy profesional y humano.

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El alzhéimer es importante en la película pero no es el único tema. Recuperar la memoria más allá de la enfermedad es un aspecto que se hace presente y no dejar pasar las oportunidades.

María Ripoll: Sí, creo que es un detonante. A raíz del alzhéimer todo ocurre. La razón de ser de la historia es la búsqueda de ese amor que has dejado escapar. Pero es la guionista la que podría explicar mejor este tema.

María Mínguez: Sí, al final es una excusa para contar la historia de una familia que necesita reencontrarse. Son tres generaciones diferentes, que parece que tienen problemas diferentes, tienen el mismo problema. La enfermedad es el motor para provocar ese cambio en ellos.

Escribe Luis Tormo

Artículo publicado originalmente en Encadenados

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