Amaia · Si abro los ojos no es real

Hacia la madurez

Con su personal timing en cuanto a la publicación de los discos, Amaia Romero ha lanzado el 31 de enero de 2025 su tercer álbum titulado Si abro los ojos no es real, tras Pero no pasa nada (2019) y Cuando no sé quién soy (2022). Tres años para elaborar un trabajo que continúa con la línea creativa ascendente de una cantante y compositora que poco a poco, a cuentagotas, va configurando su universo musical de una forma absolutamente personal. Un recorrido que bordea el estándar habitual con una industria musical con la que la artista navarra convive con comodidad –tras los ajustes necesarios tras su paso por el talent show conocido por todos– mientras forja una trayectoria que quiere controlar en aras de no perder su independencia.

En estos tiempos donde libros, películas o discos tienen en común una duración considerable, a veces interminable, Amaia sigue presentando sus discos con un formato cercano a los frascos de perfume, pequeño y concentrado, con 12 temas que se comprimen en 30 minutos de música. Sin embargo, como es habitual en sus producciones, con media hora es capaz de desplegar una propuesta imaginativa que navega en ese pop cándido, que conserva cierta inocencia, pero donde la producción se va haciendo más compleja, añadiendo una paleta musical más experimental que reviste unas letras que ganan en madurez.

Visión funciona como intro del disco –apenas algo más de un minuto– y se convierte en una declaración de principios (Voy a cruzar un puente largo / No sé si hay alguien esperando / Niña que estás al otro lado / Qué pensarás si estoy llorando) de un disco reflexivo, conceptual sobre el mundo adulto, el amor y la muerte. Con el onomatopéyico Tocotó adapta el conocido tema Corre, corre, caballito de Marisol, llevándolo a su terreno –en la Gala de los Goya del año 2020 ya rindió un homenaje a la artista malagueña–, con una canción donde el galope se convierte en protagonista, con una letra que se puede ver como una metáfora sobre el modo en que Amaia conduce su carrera musical en un mundo frenético (El mundo gira / Nunca se para / Sigue corriendo / No pasa nada.) Nanai es un tema onírico, de pesadillas de la que es necesario despertar, contraponiendo el sueño con la realidad; todo ello imbuido de ritmos de samba y bossa nova.

En M.A.P.S –Mejores Amigas Para Siempre–  Amaia se dirige directamente a su madre en una especie de carta de amor para explicar que ha crecido, que necesita volar lejos del hogar. Reivindicación de la independencia, a la vez que tranquiliza a su madre (No busques “Amaia” en internet). La niña debe buscar su camino porque el paso del tiempo es inexorable (Esos años no volverán nunca más / Date cuenta mamá / Que no vas a cambiarme), pero a su vez remarca la complicidad con su madre (Si nos encontráramos con 24 años / Nos confesaríamos en la cola del baño).

Auxiliar es la respuesta a M.A.P.S. La independencia desde el punto de vista de la madre (Si busco tu nombre me da miedo lo que pueda ver / Mírate qué guapa, ya estás hecha toda una mujer); el dolor de la casa vacía pero también la convicción de que la hija va por buen camino y el hogar siempre está ahí como refugio cuando las cosas vayan torcidas (Cuando el mundo pese y el dolor moleste / Aquí espero para cuidarte mi amor). Un tema en el que, a ritmo de bachata, la madre asume el crecimiento de la hija.

El amor romántico, el amor entendido como gozo asociado al placer, pero también unido al conocimiento del otro, viene reflejado en el díptico que forman las siguientes dos canciones:  Magia en Benidorm y Tengo un pensamiento. En la primera, por debajo de un sencillo arreglo musical, hay una reivindicación del encuentro, del amor físico (Contra la puerta nos besamos muy deprisa / Te tiro al suelo y después me tiro encima); en la segunda, la conocida Tengo un pensamiento, sobre una atmósfera musical delicada, Amaia desgrana una declaración de amor íntima, sincera –el beneficiario de esta rendida declaración es Daniel Dalfó, alias Daniel 2000, con el que colabora en el disco como director creativo y productor de algunos temas– donde el amor supone el descubrimiento de un universo (Y hoy, siento que está pasando / El día en que me doy cuenta / De que me apetece estar toda la vida contigo / Y quiero hasta gritarlo).

C’est la vie es una canción casi existencialista, con un ritmo marcado por el piano y el violín asistimos a un ensueño sobre el sentido de la vida. Girattuto es una introducción al tema del ritual de la despida que se acrecentará con los siguientes dos temas.

Amaia en el Festival de les Arts de 2023. Foto: Luis Tormo

Despedida es el tema marcado por la muerte de la abuela de Amaia. Pero frente a una visión lastimera, Amaia opta por valorar lo vivido (Mira tu vida / Qué bien lo has hecho / Y qué bien vivida) y opta por quedarse con lo positivo en una especie de tránsito (Y aunque parece / Que esto se acaba / Nada se muere / Tan solo cambia).

Siguiendo con ese planteamiento espejo, donde se crea una relación de unión entre los temas. La contestación a Despedida es Fantasma. Ahora vemos la perspectiva desde la persona que se ha ido pero que siempre estará presente (como un fantasma). En ambos temas está presente la muerte, pero reflejada desde cierto “optimismo” que huye del miedo ancestral a este tema universal. Así la letra de fantasma explica: Ahora que soy un fantasma y te puedo observar / Te enviaré una señal (…) Yo estoy aquí / Detrás de ti.

Ya está cierra el disco reafirmando el discurso sobre la muerte. O más que la muerte, la necesidad de convivir y aceptar ese concepto (Se ha presentado una verdad / Que todos vamos a morir / Y no se puede negociar). Pero siempre dejando un hueco a cierto optimismo (Yo, la verdad, no creo en Dios / Pero me niego a imaginar / Mi cuerpo en descomposición / Tal vez me podría reencarnar).

Un universo temático más adulto que se envuelve en suaves melodías que van desde un adictivo pop a una recreación atmosférica más experimental a base de programaciones, con una producción más compleja debido a la participación de diferentes nombres como Daniel 2000, Alizzz, DRUMMIE, Ralphie Choo, Pau Aymí o la propia Amaia. A los que hay que sumar una larga lista de compositores que firman junto a la artista navarra muchos de los temas.

Todo ello hace que en un disco de apenas media hora tengamos una amplia variedad estilística con un discurso sobre el crecimiento, el amor y la muerte.

Escribe Luis Tormo

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