Regala’m esta nit de Carles Alberola

Realidad e imaginación

Carles Alberola es una persona que pertenece al teatro. De hecho, Regala’m esta nit coincide con el 30 aniversario de Albena, la compañía que creó junto a Toni Benavent –el mejor cómplice para esta aventura–, y con la que ha desarrollado la mayoría de sus proyectos. Hacer teatro desde València, en valencià y permanecer con un proyecto empresarial durante más de tres décadas en el convulso mundo de la cultura valenciana tiene ya un mérito incuestionable y habla de un trabajo continuado y en permanente conexión con el público.

Pero Alberola es también una persona que ama el cine, y no solo porque haya desarrollado proyectos audiovisuales o dirigido el largometraje M’esperaràs?, basado en su propia obra teatral; es un hombre de cine porque este arte ha forjado desde su juventud ese corpus que le acompaña desde siempre, el cine le aporta citas, referencias temáticas y es un espejo en el que mirarse como creador.

En Cantando bajo la lluvia hay una escena maravillosa donde Gene Kelly, en un estudio grande y vacío, sitúa a la protagonista subida a una escalera y con un foco de color violeta, un ventilador y un fondo pintado, compone una escena; una forma de explicarnos el valor del cine como herramienta para crear ficción, para inventar una historia partiendo de un decorado irreal que se hace creíble ante nuestros ojos.

Este efecto es el que consigue Alberola en Regala’m esta nit. Delante de nuestros ojos se recrea la ficción con unos pequeños aditamentos: el fondo con la pantalla (cinematográfica) y unas cajas empacadas para la mudanza que se convierten en contenedores de los recuerdos de una vida. Todo el espectáculo es un ejercicio pedagógico en el que, a pesar de recordarnos en varias ocasiones que estamos asistiendo a una función teatral –rompimiento de la cuarta pared, se ilumina el patio de butacas para explicitar al público, un final fake– nos vemos imbuidos, devorados, atrapados, por la ficción.

El juego entre realidad y ficción es uno de los temas que pivota sobre muchas de sus obras y aquí el juego es constante entre lo real y lo imaginado, entre lo que pasó, lo que imaginamos que pasó y lo que nos hubiera gustado que pasara. Para sustanciar este juego ficcional Regala’m esta nit retoma los personajes de Mandíbula afilada, una de las obras emblemáticas de Albena, tras 25 años, bajo la hipotética pregunta de con quién pasarías la última noche de tu vida.

Planteado este MacGuffin emocional, la obra vuela independiente de su referente original con el impecable aliado del paso del tiempo. Un tiempo que afecta a los personajes pero también a su autor, introduciendo en el tono general de comedia que preside la obra, una melancolía propiciada por el transcurso de la vida –las referencias a las enfermedades y la muerte están ahí–; un tiempo que obliga a la reflexión sobre lo vivido (no es tan fácil eso de olvidar el pasado y empezar de nuevo) y la urgencia de lo que queda por vivir. Si en Mandíbula afilada lo vivido estaba asociado a la adolescencia y la juventud; en Regala’m esta nit, los años trascurridos dejan el rastro de la madurez, con la inevitable certeza de los sueños incumplidos.

Un paso del tiempo asociado al (des)amor que marca la consideración sobre los años vividos. El amor vivido, el amor ausente, el amor imaginado, el amor real y el amor ficcional, que termina finalmente convirtiéndose en el motor de nuestra vida, en aquello que impulsa o frena el deseo, que mediatiza todas las cosas que hacemos. Amor físico, amor asociado a la amistad, amor asociado a la alegría y al dolor.

El territorio por el que transcurre la obra es el de la comedia. Con una estructura de tres actos, los diálogos se suceden con agilidad y el registro cómico de Verònica Andrés y Carles Alberola funciona gracias a su enorme capacidad actoral y a una complicidad sustentada en base al trabajo común desarrollado en anteriores proyectos, un entendimiento que aquí se traduce en una credibilidad que refuerza la verosimilitud de un pasado que une a  los personajes.

Como es habitual en los trabajos de Alberola, la obra es una sucesión de momentos hilarantes salpimentados con la ternura y la melancolía. La comicidad sirve para atemperar las circunstancias dramáticas –el efecto del paso del tiempo, los fracasos, las equivocaciones– y que éstas no se adueñen por completo de lo que significa vivir, que no es otra cosa que proseguir hacia delante, con sus situaciones buenas y malas. La vida quizá no sea la imagen maravillosa que se proyecta en la pantalla, donde los personajes forman parte de un musical, pero quién sabe si todavía es posible encontrar un instante de felicidad compartiendo un juego de mesa. Como dice un diálogo de la obra, ojalá el guion de la vida fuera escrito por McCarey o Wilder; pero sabemos que eso no es así.

Finalmente, para que la magia funcione es necesario que toda esta complejidad se viva desde el patio de butacas con naturalidad, y ahí cabe resaltar la dirección de Alberola que aprovecha los recursos disponibles (el juego de entradas y salidas de los personajes, la pantalla, la música) para traducir el enredo en un espectáculo en el que no sobra ni falta nada, el tempo del gag es admirable y la convivencia escénica del amor por el teatro y por el cine es emocionante –¡qué bonito ese momento es que Joan se convierte en espectador, como el público, de lo que ocurre en la pantalla!–.

Regala’m esta nit, con esa comicidad característica de su autor, capaz de hilvanar las referencias clásicas universales de la comedia con el contexto local –de Brooklyn a Catarroja–, se convierte en un apasionante juego que funciona en diferentes planos. El reencuentro de estos dos viejos amantes, con su tonalidad ambigua (como es la vida), termina siendo una apuesta por un optimismo íntimo donde al final lo que queda es el recuerdo imaginado y el presente. Cada vida termina siendo un relato, nuestro relato.

Escribe Luis Tormo

Ficha artística y gira

Con Carles Alberola

Deja un comentario