Crítica de Sangre en los labios (Love Lies Bleeding)

The power of love

Sangre en los labios (Love Lies Bleeding, 2023) es una película frenética de las que apenas dejan tiempo para la reflexión mientras estás en la butaca del cine. El segundo trabajo de Rose Glass, tras su debut en el cine con Saint Maud, sigue un esquema reconocible heredado de otros géneros –cine negro,  western– en el que la llegada de un personaje externo, que está de paso, desata un vuelco dramático en la vida de una serie de personajes que habitan en un entorno aislado.

Con la violencia y el sexo como elementos destacados para enmarcar un relato de cine negro lésbico, el segundo trabajo de la directora británica impacta en su primer visionado por ser un caldo de cultivo en el que es no es difícil identificar referencias a autores que van desde los Coen a Tarantino.

Lou (Kristen Stewart) es la gerente de un gimnasio propiedad de su padre, el cacique local (Ed Harris) con el que Lou no se lleva especialmente bien. La hermana de Lou (Jena Malone) vive una relación tempestuosa con su marido, un maltratador de manual. En este ambiente enrarecido se produce la llegada de Jackie (Katy O’Brian), una culturista que esta de paso en su viaje hacia Las Vegas para participar en un campeonato de culturismo.

Un ambiente en el que se palpa la tensión y donde las discusiones se solucionan a base de golpes en la mandíbula. Una atmósfera cargada de electricidad en la que se acumulan historias pendientes de un pasado del que apenas sabemos, pero donde son visibles las huellas de sus cicatrices en todos los personajes. El romance de Lou y Jackie detonará el frágil equilibrio existente hasta ese momento.

Katy O’Brian y Kristen Stewart en Sangre en los labios. Foto: Avalon

Lou y Jackie comenzarán un tórrido romance que correrá paralelo al uso de sustancias prohibidas para vigorizar su cuerpo. Una relación en la que coinciden el sexo, las drogas y una opción sexual que choca con la beligerancia masculina del entorno –hombres musculados con la testosterona a flor de piel, violencia machista, el uso de las armas­­–, un lugar que se erige como la imagen de la América profunda ochentera, pero que parece tan actual, donde las armas forman parte de la vida cotidiana.

La estética visual de Sangre en los labios apuesta por la fisicidad, por la sangre y el sexo. Kristen Stewart, pelo corto a trasquilones, sudada, sucia, continúa dejando atrás su imagen de ídolo adolescente para erigirse en un modelo queer a través de una serie de películas en las que, sin renunciar a su imagen de estrella del cine, se muestra especialmente cómoda en el cine independiente. Su aparente fragilidad contrasta con la imagen musculada de Katy O’Brian a quien habíamos visto en papeles secundarios pero que ahora asume aquí un rol protagonista capaz de combinar fortaleza y dulzura, violencia e inocencia.

El binomio formado por Jackie y Lou manifestará su pasión y adicción en la pantalla, con una relación que incitará a la unión de dos personas desgraciadas. La violencia desatada a raíz de la historia de malos tratos terminará transformando la película en un thriller de venganza que destapará todo un mundo oculto de corruptelas liderado por el padre de Lou. El ardor empleado para narrar las escenas de amor entre las dos mujeres vira hacia ese universo violento en el que las protagonistas dejan ver su ambigüedad moral, con sus virtudes y defectos.

Una violencia que tiene su válvula de escape con el uso de una identidad visual cercana al pulp que aporta un tono irreal que establece una cierta distancia con el tratamiento más explícito. La película está salpicada de estas escenas simbólicas como son los primeros planos de los músculos ciclados de Jackie que reaccionan al enfado como si se tratase de Hulk, la escena de concurso de culturistas donde Jackie vomita al personaje de Lou o la escena final donde Jackie aparece transformada en una figura gigantesca. El humor y el uso caricaturesco del atrezzo de los personajes también

Pero tras esta estética impactante que nos propone las imágenes del filme, en su núcleo interno Sangre en los labios funciona como una película dramática en el que se nos habla de la soledad y del efecto sanador del amor, así como la necesidad de huir de un entorno claustrofóbico que asfixia a las protagonistas. Rodando en los Estados Unidos, con un mayor presupuesto y buscando un mayor alcance en su difusión, Rose Glass no pierde la esencia de ese cine independiente en el que la directora británica se ha formado; se utiliza las referencias al cine americano que hemos citado con anterioridad, pero se mantiene el espíritu libre, ambicioso, de esas obras más pequeñas.

Katy O’Brian y Kristen Stewart en Sangre en los labios. Foto: Avalon

Por debajo del thriller en el que los personajes emprenden una huida hacia delante, tenemos sobre todo una historia de amor. Jackie, de quien únicamente sabemos por una llamada de teléfono que su familia la rechaza, y Lou, que solo mantiene lazos de afecto con su hermana, son dos personas que unen sus destinos en un mismo camino. La reacción violenta de Jackie, que desata toda la espiral de violencia, viene no tanto de vengar los malos tratos hacia Beth sino de la rabia incontenible ante el dolor de Lou por ver a su hermana postrada en la cama del hospital.

De igual forma, la reacción de Lou para ayudar a Jackie –ocultando pruebas, poniéndose en contra de padre– es fruto del amor, es una reacción para evitar que su amante acabe implicada. El guion, escrito por la directora junto a Weronika Tofilska, nos deja una serie de personajes femeninos que desde diferentes puntos de vista buscan el amor, la compañía y la ternura, una serie de sentimientos que las aparte de la soledad en la que viven.

Además de Lou y Jackie; Beth, la hermana maltratada prefiere asumir esa situación antes que romper con su marido; y también, Daisy, la chica que quiere acostarse con Lou, y que al final es una víctima colateral de la violencia, no deja de ser una persona necesitada de amor a pesar de utilizar el chantaje como moneda de cambio. Frente a estas mujeres, la descripción de los personajes masculinos nos deja unos hombres que resultan patéticos, encarnando los peores valores –violentos, insensibles, egoístas–.

Sangre en los labios es un thriller queer, sucio, turbio, que utiliza toda una iconografía reconocible para recrear una historia de amor que nace y crece en un entorno de violencia y adicciones, bajo el que se esconde la inocencia y la ternura de ese amor inicial que provoca un vuelco en dos mujeres distintas que se complementan. Los títulos de crédito finales, con las siluetas de las dos protagonistas bailando como sombras chinescas, cierran este apasionante e imaginativo trabajo de Rose Glass.

Escribe Luis Tormo

Título: Sangre en los labios
Título original: Love Lies Bleeding
País y año: Reino Unido, 2024
Duración: 104 min.
Dirección: Rose Glass
Guion: Rose Glass, Weronika Tofilska
Fotografía: Ben Fordesman
Música: Clint Mansell
Reparto: Kristen Stewart, Katy O’Brian, Ed Harris, Jena Malone, Dave Franco, Anna Baryshnikov
Productora: Film4 Productions, A24, Escape Plan Productions, Lobo Films
Distribuidora: Avalon, Filmin

Artículo publicado originalmente en Encadenados

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