Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez llevan colaborando como dramaturgos más de 20 años, un trabajo que compaginan con sus respectivas carreras en solitario. De hecho, el guion de Alimañas tiene su origen en Mitad y mitad, una obra escrita en 2004 con dos únicos personajes, completada posteriormente con otra de sus obras, Mamá. A lo largo de estos años el guion ha ido evolucionando hasta convertirse en la película que ahora llega a las pantallas de cine, incorporando elementos que enlazan con la actualidad.
Alimañas es una comedia que desde su inicio deriva hacia un tono negro, tan negro que linda casi con una historia dramática por las situaciones esperpénticas que se plantean a través de la historia de dos hermanos que desean la muerte de su madre para heredar una finca con la que afrontar sus miserias económicas.
El guion modela unos personajes mezquinos que terminan reflejando la sociedad actual en la que vivimos. Lo que ocurre es que los diálogos y la caracterización de los personajes, que aprovecha al máximo un acertado reparto de actores y actrices, termina inclinando la balanza hacia el terreno de la comicidad.
El espacio físico, una finca y los vecinos que viven en ella, remite a la tradición literaria y cinematográfica que se han ocupado de esta temática desde hace décadas a través de variados puntos de vista. Desde Historia de una escalera de Buero Vallejo a 13 rue del Percebe de Ibáñez, pasando por el universo de Azcona –esa Navidad de Plácido de Berlanga o la deseada herencia de El pisito de Ferreri–, o Alex de la Iglesia con La comunidad, para terminar con las series televisivas de vecinos que se han popularizado en nuestro país.
Alimañas, al contrario que otras comedias españolas, no se centra exclusivamente en la búsqueda del gag. La comicidad se deriva del cinismo, del humor negro y del retrato de unos personajes incómodos que cobran vida a través de un argumento en el que poco a poco se va cociendo la crónica negra que define una sociedad egoísta en la que cada uno arrima el ascua a su sardina.
De ahí que, con esos referentes clásicos que hemos comentado con anterioridad, la película recoge las relaciones de vecinos incluyendo la envidia, el cotilleo, el individualismo o las malas relaciones. La situación de los dos hermanos y la mujer de uno de ellos, cada uno con sus intereses, con su juego particular, sitúa la mezquindad en el centro de la familia, de tal forma que la deriva amoral hace que llegado un punto surja la necesidad de cometer un asesinato. Desprovista de esa pátina de comicidad, el discurso que late por debajo es triste y pesimista pues lo que muestra es la historia de unos hijos que optan por acabar con la madre como solución a sus problemas para quitarse de encima a los inquilinos molestos y desalojar a la pareja de okupas.
La evolución de un guion, que se ha ido modernizando a lo largo de los años, hace que la película se abra temáticamente para incluir elementos y referentes actuales como es la dificultad para encontrar una vivienda en las grandes ciudades relacionándolo con la problemática de los okupas –la joven pareja que se refugia en la finca– o la amenaza para los alquilados si la finca llega a venderse.
A pesar de su origen teatral, la virtud de Alimañas es conseguir una película visualmente cinematográfica. La limitación de espacios, circunscrito a la finca y unos cuantos exteriores nocturnos de las calles, no afecta a la propuesta formal que gana en dinamismo por la movilidad de la cámara y un montaje que va alternando las acciones de los personajes, divididos en bloques (los dos hermanos, el personaje de Silvia Abril, las tres vecinas y los dos okupas). Un montaje que se va acelerando hasta concluir en la parte final, vodevilesca, con un protagonismo de las puertas y las habitaciones, en las que terminan convergiendo todos los personajes, para precipitar un final entre esperpéntico y pesimista.
La película se beneficia de una fotografía solida con una cámara que se mueve entre los estrechos espacios y que pone en valor la dirección de arte –la finca vetusta, el barroquismo de la decoración, el papel pintado de las paredes– y la banda sonora que nos introduce en ese tono entre la farsa y la crónica negra.
Dado que la comedia discurre de una forma soterrada –no hay situaciones desternillantes– la complicidad con el reparto era necesaria para mantener ese tono cínico y malicioso en el que cada personaje tiene su espacio para mostrar sus aristas y donde se denota el conocimiento que ambos directores tienen sobre la escritura de los personajes y la dirección de actores, que en este caso se traduce en un tono contenido que se va acelerando pero que nunca se desborda.
El debut cinematográfico de Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez nos deja una sugestiva comedia negra que recoge la miseria y la codicia que sobresale nada más se rasca la superficie de las personas, sobre todo cuando éstas se tienen que enfrentarse a la posibilidad de una herencia, los problemas económicos o los rencores familiares; hábitos cotidianos de una sociedad que en la película se traduce en un ejercicio de costumbrismo que apunta directamente a la sátira y al esperpento.
Escribe Luis Tormo
Título: Alimañas
País y año: España, 2023
Duración: 84 minutos
Dirección: Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez
Guion: Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez
Fotografía: Juan Molina
Música: Isabel Royan
Reparto: Jordi Sánchez, Carlos Areces, Silvia, Abril, Loles León, Carmina Barrios, Pilar Bergés
Productora: Feel good Media, Kowalski Films, Goblin Audiovisual
Distribuidora: Sony Pictures Spain
Artículo publicado originalmente en Encadenados

