El maestro jardinero

Con más de una veintena de películas, junto a una intensa labor de guionista en filmes de otros realizadores, Paul Schrader ha establecido un microcosmos particular que gira en torno a la redención, la violencia y el dolor. Desde los años 70 su filmografía es intermitente, con altibajos, pero siempre particular, propia, reconocible. En estos últimos años su carrera está atravesando un momento especialmente lúcido y con el estreno de El maestro jardinero (Master Gardener, 2022) parece que cierra una trilogía –con El reverendo y El contador de cartas– de hombres solitarios que no se reconocen en el lugar y en tiempo que les ha tocado vivir al encontrarse en deuda con un pasado que les persigue.

Narvel Roth (Joel Edgerton) dirige el cuidado de un majestuoso jardín propiedad de la Sra. Haverhill (Sigourney Weaver), una viuda rica y déspota que encomienda a Narvel, la tutela de Maya (Quintessa Swindell), su sobrina nieta cuando ésta entra a formar parte de la plantilla de jardineros.

La escritura de Schrader dibuja esos personajes solitarios que esconden en su interior una oscuridad latente que pugna por salir. Narvel es un hombre que apenas se comunica, emplea las frases justas imbuidas en una voz monótona. La escritura de un diario, y la voz en off, se convierte en la única fuente de acceso a la zona más reservada de sus pensamientos.

Bajo la imagen taciturna de un experto jardinero, Narvel ha enterrado un pasado de violento supremacista. El torso desnudo frente al espejo revela los tatuajes que son la huella externa –pero también interna– de un camino errado. La irrupción de Maya, una joven mestiza que acarrea una vida conflictiva, en su estable entorno es la herramienta que le facilita el camino para la redención.

Quintessa Swindell, Sigourney Weaver y Joel Edgerton en El maestro jardinero. Foto: Caramel Films

La metáfora del cuidado del jardín, la domesticación de la naturaleza, se adapta como un guante a la tutela que Narvel ejerce sobre Maya. Con el lejano recuerdo de Taxi Driver, el significativo guion de Schrader para la película de Scorsese, el protagonista ejerce su influencia para enderezar la vida de Maya. Como si fuera una flor de su jardín, Narvel se aplica como el experto horticultor que es para cuidar, eliminar las malas hierbas de alrededor y, finalmente, darle el amor que Maya necesita para crecer, para evolucionar.

En el filme hay violencia, flashbacks que nos muestran asesinatos, presencia de agentes de la ley, el programa de protección de testigos, traficantes de droga; sin embargo el thriller apenas es una cita, una brisa fugaz, un recurso que no oculta la apuesta por situar en primer término los sentimientos de los personajes desde el punto de vista estrictamente dramático.

De ahí que el veterano director escoge un estilo narrativo depurado, desprovisto de adornos, casi desnudo; donde el objetivo de la cámara se convierte en el privilegiado testigo de unos personajes que se expresan mejor con el silencio. La arquitectura escénica con esas amplias estancias de las mansiones sureñas –la película iba a rodarse inicialmente en Australia pero finalmente se rodó en Luisiana–, la separación física de los personajes en el plano y el ordenamiento formal de los jardines, sirven de receptáculo para una historia en la que los personajes necesitan romper con su aislamiento, ir más allá de su encierro.

Un relato en el que se vuelve a incidir en la necesidad de dejar atrás el pasado para poder continuar hacia delante. El pasado son los malos tiempos, las elecciones equivocadas, la violencia y la muerte; el futuro, a pesar de vislumbrarse impreciso, es el único camino viable que Narvel puede escoger para vivir con Maya.

En El maestro jardinero las mujeres vuelven a recuperar la importancia de los primeros trabajos de Schrader. La Sra. Haverhill representa el pasado, ejerciendo sobre el protagonista una relación de poder que va más allá de su relación laboral. Es la figura capaz de influir en la vida de los protagonistas, de aquellos que están bajo sus dominios; pero lo ejerce desde una postura de fuerza que se acerca más a un vasallaje que a un apoyo.

Quintessa Swindell y Joel Edgerton en El maestro jardinero. Foto: Caramel Films

Por el contrario, Maya es el futuro. La juventud. Maya está llevando una vida equivoca, como hizo Narvel en su momento, pero éste sabe que su papel no es solo hacerla regresar al camino correcto –enderezarla como si fuera una rama desviada– sino que debe unir su destino al de ella, una mestiza, para conseguir romper definitivamente con su pasado supremacista.

Schrader planteará la diferencia entre ambas mujeres a través de las dos escenas de sexo que, por el carácter íntimo supone para Narvel desnudar su cuerpo, mostrar su piel tatuada con toda la simbología supremacista (calaveras, cruces gamadas, etc.). Una y otra dominan la escena pero la actitud dominadora de Haverhill se contrapone a la amabilidad de Maya.

Esa presencia del pasado que siempre vuelve en las películas de Schrader sirve, al igual que pasaba en sus dos anteriores películas, para exponer una parte de la historia contemporánea de su país; para alertar de una serie de políticas de odio que se emparentan directamente con el racismo que permanece latente, una crítica que apunta directamente al legado de Trump. Un submundo tenebroso, oscuro, que se oculta debajo de esa imagen preciosa, casi idílica, que supone la presencia de un hermoso jardín.

Acostumbrados a un pesimismo crónico que permanece como sello identificativo de gran parte de su obra, Schrader modifica su discurso final para establecer un recorrido en el que se vislumbra la luz al final del túnel. El amor se convierte en la guía capaz de marcar el camino a unos personajes que se considera ya han sufrido lo suficiente. Por una vez el sacrificio no tiene que llegar hasta el final; de ahí que El maestro jardinero es una historia de redención, pero sobre todo es una historia de salvación.

Escribe Luis Tormo

Título: El maestro jardinero
Título original: Master gardener
País y año: EE.UU, 2022
Duración: 111 minutos
Dirección: Paul Schrader
Guion: Paul Schrader
Fotografía: Alexander Dynan
Música: Devonte Hynes
Reparto: Joel Edgerton, Sigourney Weaver, Quintessa Swindell
Productora: Kojo Studios, Curmudgeon Films
Distribuidora: Caramel Films

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